Palencia asiste muda y solemne a la sobrecogedora función del descendimiento

  • Almudena Álvarez.

Almudena Álvarez.

Palencia, 18 abr.- Palencia ha vivido esta tarde uno de los momentos más solemnes y sobrecogedores de su Semana Santa, la Función del Descendimiento, que recupera una tradición franciscana del siglo XVII para evocar el momento en que el crucificado expira y su cuerpo es desclavado de la cruz.

Desde primeras horas de la tarde, los hermanos de la cofradía penitencial del Santo Sepulcro, una de las más antiguas de Palencia, han custodiado y velado, por turnos, la talla de Jesús Crucificado colocada en una enorme cruz en la plaza de la Inmaculada, frente a la catedral, junto a las dos cruces que recuerdan a los ladrones Dimas y Gestas.

Ante la mirada atenta de fieles, curiosos y turistas, la talla del Cristo del Desenclavo, de Miguel Ángel Rojo, de 2003 y articulada para facilitar los movimientos del descendimiento, ha protagonizado un año más esta ceremonia.

En un ritual solemne en el que solo se escuchan las palabras del hermano que narra los pasos del Descendimiento, el sonido de la música y el tintineo de una campanilla, dos hermanos han subido a dos escaleras para colocar un lienzo sobre el cuerpo del Crucificado y poder así descolgarlo con respeto y seguridad.

En ese momento, los hermanos, vestidos con hábito blanco y cogulla marrón en recuerdo de los franciscanos que iniciaron esta tradición, han comenzado a desclavar y bajar de la cruz el cuerpo.

Primero, la inscripción de INRI sobre la cruz, después la corona de espinas, los clavos de las manos -la izquierda y luego la derecha- y finalmente los de los pies, para depositarlos sobre los cojines que portan otros hermanos.

Ya desclavado y descendido de la cruz han cubierto el cuerpo con un sudario y trasladado en unas andillas al interior de la catedral, con paso lento, mientras las campanas de la seo tañían a difunto.

En ese momento, el Cristo del Desenclavo se ha convertido en yacente y las andillas que lo portaban en urna de caoba para formar así parte de la procesión de la Pasión y Santo Entierro, en la que el Yacente es otra manifestación de la imaginería artística, el Santo Sepulcro, obra de Ramón Núñez, de 1927. EFE

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