Presos con enfermedad mental en eeuu sufren “fuerza excesiva e incluso maliciosa”, según hrw


Human Rights Watch (HRW) afirma, en un informe hecho público este martes, que personas con enfermedad mental sufren “fuerza excesiva, incluso de forma maliciosa”, en centros de detención y prisiones de Estados Unidos, y que esta situación está "extendida" y en aumento.
El informe, de 126 páginas y titulado ‘Uso de la fuerza contra internos con enfermedad mental en centros de detención y prisiones estadounidenses’, describe incidentes en los cuales personal penitenciario roció a internos con productos químicos con efectos lacerantes, les aplicó descargas con potentes pistolas eléctricas o los mantuvo sujetados a sillas o camas de inmovilización durante días.
Además, recoge casos en los que, debido a las agresiones del personal carcelario, los internos sufrieron fracturas de mandíbula, tabique y costillas, cortes que necesitaron puntos, quemaduras de segundo grado, contusiones profundas y daños a órganos internos. En algunos casos, la fuerza empleada tuvo consecuencias letales.
El informe analiza el uso de la fuerza contra internos con enfermedad mental en centros de detención y prisiones en distintos lugares de Estados Unidos. Human Rights Watch examinó cientos de demandas individuales y colectivas e investigaciones del Departamento de Justicia y entrevistó a más de 125 funcionarios que trabajaron anteriormente en el servicio penitenciario o lo hacen actualmente, especialistas en uso de la fuerza, psiquiatras y defensores de internos, con el fin de identificar políticas y prácticas que causen el uso injustificado de la fuerza y recomendar cambios.
“Los centros de detención y las prisiones pueden ser sitios donde hombres y mujeres con problemas de salud mental se exponen a peligros, daños e incluso la muerte”, señaló Jamie Fellner, asesora sénior del programa sobre Estados Unidos de HRW y autora del informe, quien añadió que “se aplica la fuerza contra internos incluso cuando, debido a su enfermedad, no pueden comprender ni cumplir órdenes del personal”.
La investigación de HRW indica que el empleo de fuerza injustificada, excesiva y de manera punitiva contra presos con enfermedad mental es “una práctica extendida” y que podría estar en aumento en los más de 5.100 centros de detención y prisiones de Estados Unidos.
Esta organización recalca que algunos especialistas atribuyen esta situación a la atención inadecuada para la salud mental, políticas inapropiadas sobre uso de la fuerza, falta de capacitación suficiente del personal y liderazgo deficiente.
MENOS MEDIDAS PENALES
El personal de establecimientos penitenciarios en Estados Unidos está autorizado a aplicar la fuerza cuando resulta necesario para controlar a presos peligrosos o extremadamente indisciplinados, pero, según comprobó HRW, “el personal a veces responde con violencia cuando los internos tienen conductas que son sintomáticas de sus problemas de salud mental, e incluso cuando son poco graves y no representan una amenaza, como orinar en el piso, usar lenguaje vulgar, golpear enérgicamente la puerta de su celda, masturbarse, quejarse por no haber recibido alguna comida o negarse a salir de la celda”.
HRW señala en su informe que se calcula que uno de cada cinco presos en Estados Unidos tiene “graves problemas de salud mental”, como esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión profunda, y se calcula que un 5% tuvo episodios psicóticos en algún momento.
Los presos con estas condiciones a menudo tienen dificultad para afrontar el estrés excepcional que supone el encarcelamiento y cumplir con el régimen de la prisión y las órdenes del personal. Con tratamiento insuficiente o nulo debido a servicios de salud mental inadecuados, los internos pueden tener comportamientos que para el personal resultan irritantes, descabellados, atemorizantes, perturbadores o peligrosos. Es probable que se nieguen a cumplir órdenes y es más común que transgredan las normas, en comparación con otros internos. Es posible que, ante esto, la respuesta automática del personal sea el uso de la fuerza.
Especialistas en temas penitenciarios indican que las mejores prácticas exigen un uso especial de medidas de fuerza en el caso de presos cuyo comportamiento perturbador es sintomático de la enfermedad mental que tienen. Por ejemplo, tras un caso reciente de demanda colectiva, los funcionarios penitenciaros de Arizona y California están adoptando políticas que limitan sustancialmente la aplicación de productos químicos en espray a presos con enfermedad mental salvo en situaciones de emergencia, pero la mayoría de los organismos no cuentan con estas políticas.
“Gran parte de los organismos no brindan capacitación a su personal que les permita comprender la incidencia que las enfermedades de salud mental pueden tener en el comportamiento y saber utilizar estrategias de negociación verbal para poner fin a comportamientos conflictivos sin uso de la fuerza”, añade.
Por último, HRW apunta que Estados Unidos debería trabajar para reducir la cantidad de presos con enfermedad mental que se encuentran recluidos en centros de detención y prisiones, lo que incluye aumentar la disponibilidad de recursos de salud mental en el ámbito de la comunidad y la remisión a programas externos al sistema de justicia penal.

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