Pueblos con un misterioso censo de gemelos

  • Ana Martínez.

Ana Martínez.

Camariñas (A Coruña), 27 ago.- "Las Azúcar Moreno". Este es el nombre que reciben en Camariñas, un municipio costero de Galicia, Sonia y su hermana Rosana. Ambas, las Méndez Blanco, son morenas -de ahí su apodo-, tienen 35 años y hace 15 que están al frente de una céntrica peluquería popularmente conocida como "la de las gemelas".

No son dos gotas de agua, pero casi, y como ellas, en un núcleo de población reducido hay más de una decena de parejos. Manuel y Ramón Valiña, Bernardo y Balbina... La enumeración sigue y evidencia una singular estadística que curiosamente no es única en el planeta.

En la pequeña localidad brasileña de Cândido Gódoi, en el Estado de Río Grande do Sul, nacen, sin que se conozca la razón, muchas parejas de iguales.

Los Yoruba, uno de los grupos culturales más numerosos del África Negra, se jactan de una tasa alta de embarazos de seres "exactos", y este hecho se acrecienta en la ciudad nigeriana de Igbo-Ora, llamada por ello "la capital de los gemelos".

A pesar de los numerosos estudios impulsados, ninguno ha sabido detallar qué hay detrás de este fenómeno en ningún lugar del mundo.

En Camariñas, ayuntamiento enclavado en la coruñesa Costa da Morte, de unos 6.000 habitantes, Rosana y Sonia comentan a Efe que los mayores siempre les han contado que todo se debe al agua de la Fonte Barreira, situada muy cerca de su vivienda, en la parroquia de Buría, la 'zona cero' de los gemelos por su insigne proporción.

La mujer que ose acercarse a este surtidor y beber está predispuesta a tener una preñez de estas características.

"Nosotras no tenemos hijos, pero sí novios gemelos", dicen, pero enseguida se apresuran a corregir su afirmación. "¿Quedaría bonito para la historia, verdad, lo de novios gemelos?, apunta Rosana tras el desmentido y recuerda que siendo más jovencitas sus parejas las confundían, o "querían hacerlo así a propósito", y "nosotras a veces jugábamos a equivocarlos".

En Brasil no creen que el motivo de los nacimientos de gemelos esté en un manantial. Allí circulan distintas explicaciones, desde un mineral concreto del río, hasta los extraterrestres, e incluso hay quien achaca esta circunstancia a los experimentos genéticos del peligroso médico nazi Josep Mengele, tras su paso por este territorio en los años sesenta.

Bautizado como 'el ángel de la muerte' por sus crueles ensayos, el propósito de Mengele era lograr una raza aria perfecta y su interés estaba centrado en los gemelos.

Los Yoruba, en cambio, se quedan con otro factor para hallar una justificación: los elevados niveles de un químico en las mujeres por los tubérculos que las féminas consumen.

Para ellos, estos nacimientos son una señal de buena suerte, ven en los gemelos poderes mágicos y les rinden culto. Consideran que son intermediarios de los dioses y muchos acaban siendo curanderos.

En Brasil y en Galicia no tienen destinada esta ocupación. Rosana y Sonia subrayan que a ellas les apasiona el mundo de la peluquería y la estética, pero hay otros que están trabajando, por ejemplo, en clínicas de dentistas, en hostelería, algunos han emigrado a Suiza...

Santeros, ninguno.

En su negocio hay dos clientas, Fredesminda, que se llama así por su madrina, y Nuria. Con el pelo recién preparado y a punto para el secado, indican que "la gemelística" despierta desde hace tiempo en Galicia un sinfín de preguntas y añaden que muchos son los que se han interesado pero nadie ha dado con las claves de "este prodigio".

Dos chicos jóvenes que oyen la conversación, puntualizan: "Muchos son estudiosos y muchos también se han acercado aquí a beber agua de la fuente para probar suerte, y entre éstos siempre hay 'aguilillas' que, saciada la sed, buscan gemelas. Es más sencillo beber que lo otro, ja, ja, ja".

Todos se desternillan en este establecimiento.

Hay gemelos en Camariñas que son familia entre sí, pero la mayoría no.

"Y esto continúa, siguen naciendo gemelos, así que la historia no termina", pronostica Rosana, mientras que su hermana Sonia asiente sin bajar la vista del cepillo.

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