Salen a la luz las cartas de la paz, el recuerdo del milagro de la Navidad en la IGM

    • ElDaily Maildesvela la historia de un soldado que vivió y contó esas horas mágicas en las que los soldados alemanes pasaron de enemigos a compañeros.
    • La familia deFrederick James Davies ha donado las cartas pero cree que deben salir a la luz para que la gente vea el otro rostro del ser humano en la guerra.
En la I Guerra Mundial, la guerra se paró por un día, en Nochebuena
En la I Guerra Mundial, la guerra se paró por un día, en Nochebuena

Son las cartas de la paz, las del milagro de la Navidad en la Gran Guerra, aquella en la que unos villancicos convirtieron los tiros en un partido de fútbol que hizo historia y que demostró que los enemigos no eran tales y podían correr detrás de un balón y compartor la comida de Navidad con el hombre al que luego tendrían que matar 48 horas después. El drama de la guerra y el verdadero sentir del ser humano en un mismo lugar.

El Daily Mail desvela la historia de un soldado que vivió y contó esas horas mágicas en las que los soldados se convirtieron en compañeros, cómo el mismo no dudó en compartir 'cigs, mermelada y carne curada' con los alemanes a los que horas antes apuntada para matar.

Frederick James Davies, el soldado del que han salido las cartas contando la emocionante historia pertenecía al segundo Batallón de Fusileros Royal Welsh.

Sus cartas, destinadas a su madre, han sido encontradas por la nieta del señor Davies Jane Oliver después de la muerte de su madre, que era su hija mayor. Por su valor histórico y humano, las cartas han sido donadas al Museo Imperial de Guerra en Londres.

Davies nació en Lampeter, País de Gales, en 1886, y se unió al ejército en 1908 y desvela, no sin incredulidad cómo la Nochebuena unió a los dos bandos en uno: "Eran sólo cincuenta yardas de distancia entre las trincheras. Ellos salieron y nos fuimos a su encuentro. Nos dimos la mano. Les dimos cigs, mermelada y carne curada. Ellos nos dieron cigarros, pero no tenían mucha comida. Estaban hartos de la guerra".

La señora Trenchard, que tenía sólo 17 años cuando murió su padre cree que es bueno que estas cartas salgan a la luz porque demuestran que los alemanes no eran seres malos, al final eran hombres de familia como todos".

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