San Vicente (La Rioja) revive un rito penitencial con 16 "picaos"

  • Un total de 16 disciplinantes han revivido hoy la tradición de los "picaos" en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), donde cada Semana Santa un grupo de penitentes anónimos se flagela para cumplir un rito ancestral.

Rebeca Palacios

Logroño, 28 mar.- Un total de 16 disciplinantes han revivido hoy la tradición de los "picaos" en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), donde cada Semana Santa un grupo de penitentes anónimos se flagela para cumplir un rito ancestral.

Según ha informado a Efe el prior de la Cofradía de la Santa Veracruz, José Ramón Eguíluz, los 16 "picaos" han recorrido descalzos las calles de esta localidad riojana, a la que se han desplazado cientos de visitantes animados por el buen tiempo.

Hasta el inicio de la procesión no se conoce el número exacto de disciplinantes, su identidad o los motivos que les llevan a participar en esta penitencia.

La cofradía, cuyos estatutos datan de 1551, solo permite que se flagelen sus cofrades, o bien, aquellos cristianos que presenten un certificado de su párroco, y todos han de ser varones mayores de edad.

Como manda la tradición, los 16 "picaos" han acudido a la ermita protorrománica de San Juan de la Cerca de San Vicente, sede de la Cofradía de la Santa Veracruz, donde se han puesto una capa marrón sobre una túnica de lino blanco que les cubre el rostro y deja al descubierto la espalda.

Después, han cogido un flagelo denominado "madeja", que está hecho con cuerdas de cáñamo de unos 80 centímetros y cuyo peso oscila entre 850 y 950 gramos.

Ya en la calle, los disciplinantes han recorrido descalzos los 900 metros de la procesión de la Santa Cena, acompañados por un hermano cofrade, que les ha ofrecido consejo y protección durante su penitencia.

Tras infligirse entre 750 y 950 golpes a ambos lados de la espalda, un "práctico" ha acudido a "picar" la piel en la zona lumbar con una "esponja", un utensilio de cera virgen que tiene incrustados seis cristales en forma de estrella.

El objetivo de estos pinchazos -doce, como símbolo del número de los apóstoles- es conseguir que brote un poco de sangre que evite molestias posteriores a los penitentes.

Finalizada la procesión, los 16 "picaos" y sus acompañantes han regresado a la sede de la cofradía, donde les han lavado las heridas con agua de romero.

Despojados de las túnicas y vestidos con sus ropas, estos 16 hombres han recuperado su identidad sin desvelar su sacrificio, que permanecerá en secreto.

Cientos de turistas volverán a arremolinarse mañana en las calles de esta localidad riojana, de unos 1.200 habitantes, que logró en 2005 que los "picaos" fueran declarados Fiesta de Interés Turístico Nacional.

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