Si eres adolescente y te diagnostican, tu vida se para en seco,todo es cáncer

  • "Cuando eres joven o adolescente y te diagnostican un cáncer, tu vida se para en seco, todo es cáncer", te sientes sólo, pierdes tu independencia, parte de tus amigos, tus estudios... y nadie te entiende.

Macarena Baena

Madrid, 27 mar.- "Cuando eres joven o adolescente y te diagnostican un cáncer, tu vida se para en seco, todo es cáncer", te sientes sólo, pierdes tu independencia, parte de tus amigos, tus estudios... y nadie te entiende.

Estos son algunos de los sentimientos a los que se enfrentan la mayoría de los jóvenes a los que se les diagnostica un cáncer en su adolescencia y que en España son casi 500 al año.

A los 16 años, tras siete meses de diagnósticos erróneos, a Ana le dijeron que tenía cáncer. Era un sarcoma de Ewing, un tumor canceroso que se desarrolla en los huesos o en los tejidos blandos cercanos.

"Yo tenía un bulto en la espalda del tamaño de una pelota de golf que me dolía", explica a Efe.

Sus padres insistieron en que se lo extirparan y ahí empezó todo.

"Me sentía bien y sólo me preocupaba la cicatriz que me iba a quedar", asegura Ana que ahora, a los 22 años, lo ve con otra perspectiva.

"En sólo siete meses pasé de estar bien, de ir al colegio, de jugar al tenis y hacer vida normal a estar ingresada en Oncología". "No entendía nada", asegura Ana que ahora reclama más información para los adolescentes que estén pasando por esa situación.

Luego llegó la quimio. "Un año entero y dos o tres meses de radio".

A Ana le ha costado varios años entender que tuvo mucha suerte, que pudo ser tratada en el Hospital pediátrico Niño Jesús que, además de contar con una sala para adolescentes, estaba en la misma ciudad en la que vivía, lo que facilitó el contacto con sus amigos.

Es una edad "muy difícil" en la que te distancias de tus padres y, de repente, pasas a depender completamente de ellos, "hasta para ducharme".

"Es un golpe que la vida te da muy pronto y te hace madurar, yo tenía 16 años y hablaba de quimio y de recaídas", es muy difícil que a esas edades tus amigos te entiendan...sus cosas no me parecían importantes". "No entendía que para ellos también era difícil".

Por eso reclama que los jóvenes y adolescentes cuenten, en los hospitales, con apoyo psicológico y espacios en los que hablar con otros chavales que estén pasando por lo mismo.

Se negó a recibir ayuda psicológica durante el tratamiento y se apoyó en dos amigos que conoció en el hospital con los que podía compartir lo que sentía. Hasta que uno de ellos murió.

Entonces pidió ayuda. "No podía hablar con nadie de la muerte de un amigo porque nadie me entendía".

"Es muy importante contar con alguien que sepa de que va la historia", reconoce ahora Ana.

A María hace un año le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin, un cáncer del sistema linfático. Tenía 28 años y, los médicos también tardaron mucho en descubrirlo.

Ocho meses en los que sufrió picores en todo el cuerpo, perdió mucho peso, tenía fiebre, le diagnosticaron sarna, estrés, vasculitis, nervios...

Hasta que un día se plantó en urgencias y dijo que no se movía hasta que le dijesen que tenía. Una radiografía de torax fue suficiente.

"Me ingresaron y ahí empezó todo", recuerda en declaraciones a EFE.

"Me dijeron: 'Hola, tienes cáncer' y mi vida se paró en seco, todo era cáncer, no podía hacer nada mas, estuve un año fuera del mapa", asegura María, que cuando le diagnosticaron el linfoma estaba terminando la carrera, trabajaba, salía con sus amigos...

En total fueron doce sesiones de quimio de cuatro horas cada una""que ya he superado físicamente pero no psiquicamente" y ahora se apoya en una psicóloga "que sabe de lo que habla".

María comenzó a escribir un blog en el contaba su experiencia y a "buscar" gente que estuviese pasando por lo mismo que ella.

"Tenía muchas preguntas que mis médicos no me podían contestar; son médicos, no han pasado por un cáncer, sólo alguien que hubiese pasado por ello me podían ayudar", insiste.

"Si no sabes lo que es comerte una quimio, si no sabes como te deja, si no sabes lo que es luchar para no morir, es muy difícil que te entiendan", asevera.

Por su edad, a María la trataron en una unidad oncológica de adultos "fue horrible, estaba fuera de lugar, rodeada de gente mayor, me miraban con cara de pena...", dice María, quien, al igual que Ana reclama que los hospitales cuenten con espacios, especialistas y tratamientos específicos para jóvenes.

"Ellos necesitan consolas, internet, gente de su edad, voluntariado joven..., reivindica.

Ahora, superado el cáncer, Ana y María colaboran con la Asociación española de Adolescentes y Adultos jóvenes con cáncer (AAA), creada en 2011 para aunar esfuerzos, optimizar recursos, crear protocolos de actuación y centros de referencia y aunar toda la información disponible sobre necesidades, derechos y mejoras para el tratamiento y atención a los adolescentes y jóvenes con cáncer.

Esta Asociación será presentada en la segunda edición mundial del "Curso sobre Adolescentes y Jóvenes con cáncer" que hoy y mañana se celebra en Madrid y en la que más de 200 expertos analizan la necesidad de que este colectivo cuente con atención específica.

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