"Sigo pensando que Kayla va a volver": los padres de la secuestrada por el 'EI' hablan de su muerte

    • Kayla Mueller estuvo secuestrada en manos del Estado Islámico hasta el pasado mes de febrero, cuando murió en bombardeos de la alianza contra el grupo terrorista.
    • Sus padres, Carl y Marsha Mueller, han participado este viernes en el congreso 'Todos somos nazarenos', sobre la persecución religiosa en el mundo.
La Casa Blanca confirma la muerte de Kayla Mueller, rehén de Estado Islámico
La Casa Blanca confirma la muerte de Kayla Mueller, rehén de Estado Islámico

Fuerza, y más fuerza. Es la impresión que provoca, aún entre las lágrimas, la presencia y las voces de los padres de Kayla Mueller, la joven estadounidense que murió en febrero, después de 18 meses secuestrada por el Estado Islámico. Murió, según sus captores, en bombardeos de la alianza contra el grupo terrorista, que ha ocupado grandes áreas de Siria e Irak.

Este viernes, en el congreso'Todos somos Nazarenos', sobre la persecución de cristianos por todo el mundo, los padres de la joven norteamericana dieron su testimonio y el de su hija, el de una joven que murió haciendo lo que quería: ayudando a los demás. "Le parecía injusto no usar al máximo las libertades que tenía ella en Estados Unidos para salir a ayudar a gente, para terminar con el sufrimiento", explicaba este viernes en Madrid su padre, Carl Mueller. "Estaba totalmente atormentada por el sufrimiento de otros"."Cualquier lugar donde había sufrimiento era su problema"

"Empezó de muy joven, incluso antes de empezar a conducir, a los 14 años, ayudaba en campamentos con jóvenes, le llevabamos a sitios para ayudar. Luego, en el instituto, le impresionó muchísimo lo que ocurrió en Darfur", explicaba su madre, Marsha Mueller. La joven mantuvo su pasión por ayudar durante toda su vida, colaborando en grupos intergeneracionales, y viajó a Francia para aprender francés durante un año, con el objetivo de ir luego a África y ayudar allí. Entonces, conoció a un sirio, y cambió sus planes: no podía permanecer impasible ante lo que estaba ocurriendo en el país.

"Tuve una conversación con ella: le dije que esta no era su guerra, que ella no tenía que morir por esta guerra", explicaba Carl Mueller, "su respuesta fue, en una carta, que no debería existir el 'mi gente' y 'vuestra gente', que en cualquier lugar donde había injusticia, era su problema". "No importaba que no fueran americanos, era gente que sufría, y ella necesitaba ayudar",añadía. "Ella veía a toda la gente como extraordinaria", narraba su madre."Incluso en prisión, uno puede ser libre"

Después de viajar a la frontera turca, donde ayudaba a refugiados sirios, Kayla fue secuestrada tras entrar en Siria. Comenzaron así 18 meses de cautiverio, que terminarían con su fallecimiento, en bombardeos de Jordania contra el grupo islamista. 18 meses de tortura para su familia: "No sólo se llevaron a mi hija, se llevaron 18 meses de nuestra vida. Todos los días nos enfrentábamos a una posible ruina financiera, cada llamada, cada correo era un shock tremendo, porque siempre estabamos esperando que llegara algo".

Pero consiguieron aguantar, con ayuda de la religión: "Nuestra fe nos ayudó a aguantar. Como se ve en las cartas de Kayla, en la que nos pedía que ofrecieramos el dolor a Dios, eso nos ayudó a pasar este tiempo horrible", aseguró Carl. "Dios te da una fuerza tremenda".

Incluso prisionera, Kayla consiguió hacer la vida mejor para los demás, como narraba uno de los rehenes franceses que estuvo en el mismo edificio que Kayla. En un encuentro con sus padres, un rehén francés les contó cómo oía la voz de su hija a través de las paredes. El día en el que un grupo de los rehenes hombres iba a ser liberado, Kayla fue bajada a verlos. El grupo de hombres comenzó a llorar, al ver lo fuerte que era Kayla, que estaba sola en su cautiverio. "Pero no estaba sóla, tenía a Dios", apuntaban sus padres.

Otra de las rehenes, que sí coincidió en las mismas estancias que Kayla, contó a sus padres que, pese a estar sólo seis semanas con ella, se hicieron realmente amigas. Hacían ejercicios en la celda, y se contaban historias. Esta rehén contó a sus padres un mensaje de Kayla: que, a pesar de todo, "eran capaces de encontrar alegría en algo como amigas". En palabras de Kayla, escritas en una carta a sus padres mientras seguía viva, mantenía la esperanza: "Incluso en prisión, uno puede ser libre".

La bondad de Kayla y su pasión por comprender llegaba incluso a los propios guardas. "Quería aprender árabe, y, aunque les rotaban los guardas, para que no se establecieran vínculos personales, uno de ellos le estaba enseñando árabe", contaba Marsha Mueller.

Así, en palabras de sus padres, se dibuja la imagen de una joven cuya muerte no se acaba de entender: "Sigo pensando que va a volver a casa", aseguraba su madre, Marsha Mueller, "claro que sé que no lo va a hacer". Lo único que les queda, rezar para que se reblandezcan los corazones de sus captores y, en un último mensaje que lanzó la pareja, pedir la unidad del mundo, que los países colaboren entre si para acabar con la barbarie.

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