Tierno Galván, el profesor que representó la recuperación de las libertades

  • Madrid.- Casi un 40% de los madrileños votó en 1979 al "viejo profesor" Enrique Tierno Galván en las primeras elecciones municipales de la democracia y cientos de miles despidieron en 1986, en el sepelio más multitudinario que recordaba Madrid, a quien supo como nadie entonces representar la recuperación de las libertades.

Tierno Galván es recordado por propios y ajenos como humanista, profesor y político
Tierno Galván es recordado por propios y ajenos como humanista, profesor y político

Madrid.- Casi un 40% de los madrileños votó en 1979 al "viejo profesor" Enrique Tierno Galván en las primeras elecciones municipales de la democracia y cientos de miles despidieron en 1986, en el sepelio más multitudinario que recordaba Madrid, a quien supo como nadie entonces representar la recuperación de las libertades.

En esos seis años y medio, Tierno Galván no sólo fue el primer alcalde de Madrid elegido en las urnas después de la dictadura, sino que se convirtió en uno de los principales iconos de una transición política que adornó con memorables bandos, sonadas declaraciones y actos simbólicos que no dejaron indiferente a nadie.

En sus dos mandatos inacabados recibió tantos elogios como críticas, aún vigentes en muchos casos, pero quizá medio millón de personas -entonces no se contaban con la exactitud de ahora- acompañaron por el centro de la capital de España a un coche fúnebre tirado por caballos y conducido por un enjuto cochero, en una sincera expresión de dolor colectivo.

Su muerte significó "la liquidación de la Utopía" porque después de ella sólo quedaba "la burocracia, el politiquerismo y el precio de los garbanzos", como escribió Francisco Umbral en su "Y Tierno Galván ascendió a los cielos", en el que presentaba un hombre que una buena madrugada se fue a hablar de Hegel a los barrenderos que acababan de terminar su faena diaria.

Como hombre "irónico, rápido de reflejos, quevediano...", "intelectual comprometido" y futuro "clásico del pensamiento político español" le presentó Jorge Novella Suárez en su "proyecto ilustrado de Enrique Tierno Galván", que recogió su extensa obra "intelectual", más de 300 artículos y libros, a la que consideraba "enmascarada por su biografía política".

Quien hoy da nombre a colegios y parques obtuvo su cátedra en 1948 y la recuperó en 1976 tras habérsela arrebatado en 1963 el juicio que la dictadura hizo de su actividad política.

Su formación intelectual se reflejó en bandos que elevaron a la categoría de literatura documentos municipales sobre aspectos tan cotidianos como la limpieza de las calles, el ruido, las pintadas o incluso el decoro en el vestir en los más calurosos días del verano.

Con el mismo estilo escribió a los madrileños el 26 de febrero de 1981 para pedirles "que su altísimo ejemplo cívico no se empañe ni un momento por testimonios de rencor, vituperio o recordación importuna de remotos males y querellas" durante la manifestación que seguiría a la intentona golpista del 23-F.

Su ingenio dejó frases que algunos olvidaron años más tarde, como "El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla" y "Los bolsillos de los gobernantes deben ser de cristal", y que otros no han dejado de recordar nunca, como aquel "Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque... y al loro", pronunciado en un festival de música de 1984 en el Palacio de los Deportes.

Eran los años de la "movida madrileña", que surgió casi al mismo tiempo que Tierno Galván estrenaba despacho y creció durante una década como resultado de la necesidad de la calle y de la política de crear un estilo propio, radicalmente diferente a lo anterior e identificado con la nueva España democrática.

Desde un ayuntamiento con muchas menos competencias y presupuesto que ahora, Tierno Galván llevó a cabo una política de modernización de la ciudad que jalonó de símbolos, empezando por la imprescindible sustitución de los nombres franquistas de las calles.

Simbólicas fueron también la suelta de patos blancos en el río Manzanares como imagen de su ambicioso plan de saneamiento y la orden de derribar el "scalextric" de la glorieta de Atocha, que sustituyó por un túnel, como bandera de su intención de transformar una urbe pensada para los coches mucho más que para los transeúntes.

Madrid recuerda hoy a Don Enrique Tierno Galván, un hombre que, probablemente, como aventuró en otro homenaje su sucesor en la Alcaldía, Juan Barranco, bien podría decirnos: "No era menester que se tomaran ustedes tantas molestias".

Por Eduardo Sobreviela

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