Túnez se encuentra en vilo por los ataques de los extremistas islámicos

  • Una ola de ataques protagonizada por miles de jóvenes extremistas religiosos, cuyo punto álgido tuvo lugar la noche del lunes, mantiene en vilo a parte del país y a las autoridades, que ayer decretaron un toque de queda en ocho provincias en un intento de frenar la violencia.

Miguel Albarracín

Túnez, 13 jun.- Una ola de ataques protagonizada por miles de jóvenes extremistas religiosos, cuyo punto álgido tuvo lugar la noche del lunes, mantiene en vilo a parte del país y a las autoridades, que ayer decretaron un toque de queda en ocho provincias en un intento de frenar la violencia.

Los disturbios, encabezados por grupos radicales islámicos, que hasta ahora se habían circunscrito, principalmente, a las regiones más empobrecidas del interior del país, estallaron en la capital en respuesta a una exposición de arte considerada por los salafíes como un atentado contra el islam.

Tras el asalto, la noche del domingo, del centro de arte Al Abdalia, donde se mostraban obras en las que, por ejemplo, aparecía un barbudo (salafí) con colmillos de vampiro o la frase "Alabado sea Dios" escrita con hormigas, el lunes, estallaron protestas en varios puntos de la capital y algunas ciudades, de manera casi simultánea.

Así fueron atacadas comisarías, tribunales, escuelas, centros de arte, prostíbulos, bares y sedes de partidos, mientras desde los sitios de internet de los más rigoristas se acusaba a toda la clase política y a las fuerzas de seguridad de proteger a los artistas "blasfemos".

Un joven estudiante murió hoy en Susa como consecuencia de una herida de bala recibida la víspera durante los enfrentamientos.

Ante la magnitud de los acontecimientos las autoridades intentaron atajar la situación con una de cal y otra de arena.

Por un lado, decretaron el toque de queda durante la noche, detuvieron a 160 personas y prometieron aplicar la Ley Antiterrorista, y por otro, para aplacar las iras de los salafíes, aseguraron que los artistas que habían atentado contra los valores islámicos serían juzgados.

"Los grupos extremistas que amenazan las libertades se creen con el derecho de sustituir a las instituciones del Estado e intentan controlar los lugares de culto", aseguraron hoy en un comunicado conjunto el presidente tunecino, Monsef Marzuki, el jefe del Gobierno, Hamadi Yabali, y el presidente de la Asamblea Cnstituyente, Mustafá Ben Yafar.

Además, en la nota los tres dirigentes señalaron que estos grupos "están infiltrados por criminales que son espectros del régimen derrocado (de Zine el Abidine Ben Ali) que intentan hacer fracasar el proceso de transición".

Sin embargo, más allá de la condena de la violencia, los presidentes arremetieron contra las violaciones de los "valores sagrados" que, según ellos, nada tienen que ver con "la libertad de expresión y opinión" y, además, "provoca discordia".

A pesar de esto, los salafistas no parecen haberse dado por satisfechos y, ayer, el líder radical Sufian Abu Ayub Atunisi, llamó a una "revuelta popular en defensa del islam" y convocó movilizaciones para el viernes.

La convocatoria de Atunisi se produjo después de la difusión, el domingo, de un mensaje del líder del grupo terrorista Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, que entre citas coránicas y un discurso simplista deslegitimó a los islamistas moderados de Al Nahda, que controlan el Ejecutivo, y llamó a los tunecinos a defender la religión.

"Lo asombroso es que vemos a los dirigentes (de Al Nahda) atribuirse el islam y después instan a no aplicarlo", dijo Zawahiri, que acusó a Al Nada de llamar a un islam que "permite los club de apuestas, las playas de nudistas, los bancos de usura y las leyes laicas".

Además, el dirigente terrorista instó a los yihadistas (los guerreros de la guerra santa) a que animaran al pueblo a movilizarse para alcanzar "la victoria de la 'sharia' (ley islámica) y el gobierno del Corán".

La artista plástica Nadia Bualege, en declaraciones a Efe, llamó la atención sobre la coincidencia en el tiempo entre la difusión del mensaje de Al Zawahiri, la clausura de la exposición asaltada, y el estallido de la violencia.

Bualege mostró también su extrañeza de que no se hubieran producido protestas durante los diez días en los que la exposición mantuvo sus puertas abiertas y sugirió que el asunto estaba siendo manipulado, en referencia a la posible presencia de simpatizantes del antiguo régimen entre los agitadores.

Una impresión compartida por muchos tunecinos y que los tres presidentes verbalizaron en su comunicado de hoy.

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