Un cráneo hallado en 1972 pertenecía al Homo sapiens más antiguo de Cataluña

  • Un cráneo hallado en 1972 en las cuevas prehistóricas de Serinyà, próximo al lago de Banyoles, se ha convertido en el resto de 'Homo sapiens' de mayor antigüedad de Cataluña, según ha confirmado una datación radiocarbónica llevada a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de Girona.

Banyoles (Girona), 5 jul.- Un cráneo hallado en 1972 en las cuevas prehistóricas de Serinyà, próximo al lago de Banyoles, se ha convertido en el resto de 'Homo sapiens' de mayor antigüedad de Cataluña, según ha confirmado una datación radiocarbónica llevada a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de Girona.

El conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, ha presentado hoy el resultado de este estudio, que ha puesto en valor un hallazgo que permaneció durante más de treinta años en el almacén del Museo Arqueológico de Banyoles.

El cráneo, según las pruebas realizadas gracias a la colaboración del Museo de Arqueología de Cataluña, tiene unos 22.000 años de antigüedad.

Los restos corresponden a una bóveda craneal perteneciente a un individuo adulto, posiblemente una mujer, aunque este tipo de huesos ofrecen poca información en cuanto a marcadores de sexo, según han informado los investigadores.

El análisis que ha permitido concretar la antigüedad de estos restos se ha realizado en el laboratorio de la ciudad holandesa de Groningen por el método conocido como AMS, según las siglas en inglés del Acelerador de Espectrometría de Masas, que mejora el método del Carbono 14.

El individuo al que correspondieron los restos hallados es ahora el 'Homo sapiens', conocido también como hombre moderno, más antiguo de Cataluña.

El hallazgo fue obra del arqueólogo Josep Maria Corominas (1906-1984) en 1972, uno de los fundadores del Centro de Estudios Comarcales de Banyoles, pero entonces el cráneo se atribuyó a la edad de los metales, ya que fue encontrado junto a un estrato de la edad de bronce.

Estos restos nunca fueron expuestos y se conservaron en un almacén, sin embargo, los investigadores de la Universidad de Girona conocieron de la controversia que despertó desde un primer momento su datación y optaron como solución por la prueba radiocarbónica.

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