Un experto pontificio en migraciones denuncia que las concertinas facilitan “el tráfico de carne humana”


El director del Instituto Internacional de Migración Scalabrini (SIMI), de la Pontificia Universidad de Urbaniana, el sacerdote Fabio Baggio, considera que “en absoluto se puede justificar” la colocación de concertinas en las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla que causan heridas a los inmigrantes que tratan de entrar en España de forma irregular.
“Cada intento de retención que se está realizando solamente facilita los canales ilegales de inmigración y el tráfico de carne humana. Cada vez que ponemos trabas para que la gente no entre estas industrias de criminales gozan porque están ganando más víctimas”, dijo a Servimedia.
Este experto en migraciones, que coincidió con el papa Bergoglio en la diócesis de Buenos Aires, cuando Francisco era obispo y Baggio delegado de migraciones, no acepta el discurso xenófobo y racista que se ha reabierto tras las últimas elecciones europeas. “Podemos salir de la crisis sólo todos juntos con los inmigrantes”, agrega.
Por eso, subraya que la obligación de la Iglesia es abrir la puerta a los inmigrantes. “Nuestro corazón de cristianos responde a la ley del amor que abre la puerta a cualquier hermano y hermana que esté necesitado. Vamos a proveer lo que podemos desde nuestra pobreza a las necesidades que estos hermanos puedan presentar. Y no vamos a cerrar las puertas”, sostiene.
En esta línea, Baggio, que ha visitado España para participar en las Jornadas 'Haciendo un mundo mejor', organizadas en El Escorial (Madrid) por la Conferencia Episcopal, se hace eco de los planteamientos del Papa Francisco que, según dice el sacerdote, no han cambiado de los que tenía en Argentina, y muestra una “especial predilección” para las víctimas de la trata, ya sea con fines de explotación laboral o sexual.
Asimismo, el profesor del SIMI, llama a buscar las causas de las migraciones, que depende de la casuística de cada país, pero se enfrentan a retos comunes. Por ello, destaca lo que la Iglesia contempla por “promoción humana”, que “cada uno que llega es una persona, es Jesucristo que golpea a la puerta y pide ayuda”.
LLAMARSE CIVILIZADOS
“Nuestra respuesta es una respuesta cristiana, brindando una solidaridad que en muchos casos se convierte en justicia”, añade, pidiendo que “cualquier comunidad que quiera llamarse ‘civilizada’ debe prestar acogida”.
“La civilización nos obliga a ser hospitalarios, a reconocer la dificultad de la persona, a abrir las puertas de nuestras casas para que las personas se sientan cómodas y puedan superar las dificultades contingentes o crónicas que se les están presentando”.
Por todo ello, este experto exige “un cambio total en las políticas de inmigración que hasta ahora se han presentado” en una Europa en la que “cada estado se la arregla como mejor puede”.
“No creo que las políticas de detención y de control, que saben más a discriminación que a políticas de acogida, puedan construir la Europa del futuro, que necesita ahora y va a necesitar aún más de los inmigrantes”, concluye.

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