Un pequeño pueblo de Ávila recrea esponsales de los padres de Santa Teresa

  • Por Antonio García.

Por Antonio García.

Gotarrendura (Ávila), 16 nov.- La pequeña localidad abulense de Gotarrendura (173 habitantes) se ha sumado hoy a los actos del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa con la recreación de los esponsales de los padres de la mística: Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila de Ahumada.

En una típica mañana fría abulense, los novios han llegado hasta las inmediaciones de la iglesia de San Miguel Arcángel a lomos de los caballos que les trasladaban desde Ávila y desde la localidad vallisoletana de Olmedo, cuyo alcalde, Alfonso Centeno Trigos, no ha querido perderse la ceremonia.

Junto al atrio del templo de este pueblo situado a poco más de 20 kilómetros de la capital abulense, los novios han sido recibidos por más de un centenar de vecinos y visitantes, algunos ataviados de época, como el alcalde, Fernando Martín.

El regidor, que se ha mostrado satisfecho con la iniciativa, volvía a sostener con vehemencia la posibilidad de que Santa Teresa de Jesús naciera en esta localidad en la que su familia pasaba largas temporadas para sortear los rigores del gélido invierno de la capital, ya que el clima de Gotarrendura es algo más templado.

"Mientras que nadie me demuestre lo contrario...", señalaba Martín a las puertas de la iglesia, minutos después de que en su exterior se celebrara una ceremonia protagonizada por cinco actores aficionados, dos de los cuales han hecho de maestros de ceremonias.

Ambos han ido dando paso a los diferentes momentos de una boda que "posiblemente" tuviera lugar en Gotarrendura el 14 de noviembre de 1509, aunque no existen documentos que lo acrediten.

Los esponsales, aunque hoy han sido recreados en el atrio del principal templo de la localidad, tuvieron lugar en la Casa Palacio de los Ahumada, ya que antes del Concilio de Trento esas ceremonias se desarrollaban en las viviendas de los contrayentes.

Para ello, fue necesario pedir una dispensa papal que permitiera la celebración de una boda que hoy ha recordado cómo pudo ser en la casa familiar de los Ahumada, en presencia de la abuela de la Santa Andariega, de nombre también Teresa, que fue la que dio el consentimiento, ya que su marido, Juan de Ahumada, había fallecido.

En presencia de Teresa de las Cuevas, los novios han declarado su amor con una fórmula clásica, después de la cual la madre de la novia ha reiterado su consentimiento: "Alonso y Beatriz, declaro mi bendición sobre vuestra vida y matrimonio".

La ceremonia, seguida con mucha atención por el público, también ha recreado las cartas de casamiento y de arras, que incluían la dote del padre de Teresa, por una parte, y el compromiso de Alonso de pagar 1.000 florines de oro en el caso de disolución del matrimonio, por otra.

Una vez concluido el rito del casamiento civil, se ha recordado la ceremonia de la "velación", en la que un velo cubría la cabeza de Beatriz Dávila de Ahumada y uno de los hombros de Alonso Sánchez de Cepeda, sellando así el casamiento religioso.

Finalizada la puesta en escena, los aplausos de los asistentes han puesto el punto y final a la recreación, antes de que los novios accedieran al interior de la iglesia, donde el párroco, Heliodoro Báñez, ha presidido una ceremonia religiosa en la que cinco parejas de Gotarrendura y una de Ávila han renovado sus votos matrimoniales.

El matrimonio integrado por Benito y Juanita, procedentes de Ávila, ha querido celebrar de esta original manera sus bodas de oro, junto a otras cinco parejas de la localidad.

Con un templo abarrotado de público, el párroco ha reconocido al inicio de la misa "no haber visto nunca la iglesia como está hoy".

Finalizados los esponsales, sesenta personas han continuado la celebración asistiendo en la casa palacio de los Ahumada un banquete que ha incluido torreznos y chorizo de la matanza, queso y uvas para el postre, recordando la presencia de viñedos en aquella época.

Igualmente, los comensales han degustado un guiso de aves, en referencia al palomar que la familia de Santa Teresa tenía en Gotarrendura y que aún se conserva. EFE

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