Viernes Santo en Lorca: Una superproducción bíblica en 3D digna de Hollywood

  • Antonio Montoro.

Antonio Montoro.

Lorca (Murcia), 28 mar.- El Viernes Santo de Lorca, totalmente alejado del recogimiento de la Semana Santa española, recrea la historia sagrada en tres dimensiones y pone en escena una vibrante y suntuosa procesión cuya estética está inspirada en las superproducciones del Hollywood clásico, una singularidad que le ha valido la declaración de fiesta de interés turístico internacional.

Más de 3.000 figurantes, 400 caballos, imponentes carrozas que representan templos y palacios de distintas civilizaciones, tronos barrocos, un plató de 5.500 metros cuadrados iluminado por 176.000 vatios de potencia, una banda sonora de epopeya y un lujoso vestuario hecho a mano y cuidado al detalle son los elementos de la puesta en escena del desfile bíblico-pasional del Viernes Santo en esta ciudad murciana.

Las calles de Lorca se convierten en un auténtico túnel del tiempo en el que se recrea de forma secuencial la Biblia, desde el Génesis al Apocalipsis, mezclando la historia cristiana con la pagana, dando lugar a un gigantesco auto sacramental en el que los espectadores también son testigos de las últimas horas de la vida de Jesucristo y los personajes que le rodearon.

En la carrera oficial de la avenida Juan Carlos I 30.000 personas, 10.600 de ellas sentadas en las tribunas, presencian durante casi cuatro horas esta singular procesión, en la que aparece una galería de personajes fascinantes, desde Julio César a la reina de Saba, Nerón, Salomón, Nabucodonosor, el rey David o la mismísima Cleopatra, encarnados por lorquinos.

Carreras de cuadrigas, escuadrones romanos, sacerdotisas, esclavos egipcios y entronizados reyes asirios al más puro estilo de las colosales producciones de Cecil B. De Mille y William Wyler o Joseph L. Mankiewicz generan un frenético relato visual que muchos han dado en llamar "una pasión diferente" y "el delirio colectivo".

Su origen se remonta a 1855, año en el que por primera vez un grupo de 30 personas recreó el pasaje evangélico de la entrada de Jesús en Jerusalén, una escena dramatizada por el Paso Blanco con gran éxito que provocó al año siguiente que el Paso Azul incorporara a las procesiones la primera representación del Antiguo Testamento con el pasaje "La calle de la amargura".

Desde entonces el Paso Blanco y el Paso Azul, las dos cofradías más importantes de las seis que hay en la ciudad, son rivales y cada año compiten por mejorar su puesta en escena, aunque fue durante el siglo XX cuando los desfiles bíblico-pasionales alcanzaron su verdadera magnitud.

Entonces dejaron de ser un ejercicio didáctico de catequesis popular alentado por la Iglesia y pasaron a convertirse en el multitudinario y colorista espectáculo que se desarrolla en la actualidad, en el que también se conserva la devoción por la imaginería religiosa, con meritorias tallas de Capuz, Sánchez Lozano, Planes o Salzillo padre.

Esa rivalidad entre cofradías ha ido creciendo y desde la cuna los lorquinos son "blancos" o "azules" y crecen educados en el amor a su paso y en la defensa inquebrantable de uno de estos dos colores, como algo natural que fluye de la idiosincrasia local y que nadie cuestiona.

El sano, pero acalorado, enfrentamiento entre los dos pasos es, desde luego, una de las mayores singularidades de esta manifestación colectiva, estudiada desde hace décadas por historiadores, expertos en arte, lingüistas, periodistas y sociólogos y escrutada hasta el último detalles por fotógrafos y reporteros de todo el mundo por su plasticidad y valor estético.

Sus bordados en oro y sedas, presentes en mantos de vírgenes, estandartes, banderas y túnicas, y realizados con una técnica exclusiva que les da aspecto pictórico aspiran a ser declarados patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.

La reposición del cortejo de la historia de la salvación se ha convertido además con el paso de los años en una gigantesca manifestación coral llena de gremios: bordadoras, sastres, caballistas, expertos en historia sagrada, utilleros, floristas, músicos, imagineros y figurantes, que se movilizan durante meses para que todo salga perfecto.

Un ejercicio de catarsis anual que, desde 2011, tiene el valor añadido de liberar temporalmente a la ciudad del drama que supusieron los terremotos que devastaron sus edificios y también la mayor parte de los monumentos que custodian un patrimonio cofrade de valor incalculable. EFE

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