Vuelta al cole, vuelta a los barracones: miles de escolares siguen en aulas improvisadas

  • En algunas comunidades, como Cataluña o Valencia, abusan del uso de las aulas prefabricadas para sustituir el espacio escolar mientras se construye o amplia un colegio. Sólo están diseñadas para un par de años, pero algunos niños pasan su edad escolar en estos recintos "provisionales", denuncian desde la Federación de Enseñanza de UGT en la Comunidad Valenciana.
Barracones instalados en el Colegio Santo Ángel de la Guarda en la ciudad de Valencia
Barracones instalados en el Colegio Santo Ángel de la Guarda en la ciudad de Valencia
Cedida por el blog de AMPA Santo Ángel
C. Ibáñez

Niños llorando en las puertas de los colegios y padres sufriendo mientras los dejan en la escuela. Esta escena se ha repetido esta semana en toda España. Es el inicio del curso escolar. Sin embargo, los gestos de preocupación e incluso de enfado en algunos padres y profesores eran mayores en algunas comunidades donde esperaban una escuela en lugar de un barracón.

"Ya hay generaciones completas que desde Infantil hasta Secundaria han estudiado en barracones", denuncia a lainformacion.com Guillermo Martí, secretario general de la Federación de Enseñanza de UGT en la Comunidad Valenciana. Con 17.000 alumnos estudiando en sus 848 barracones, ésta es, junto a los más de 1.000 barracones catalanes, una de las autonomías más afectadas.

Los padres y los profesores no tienen nada en contra de las aulas prefabricadas siempre que éstas cumplan su función de provisionalidad. Los barracones están pensados para "una emergencia, para cubrir una necesidad temporal de uno o dos años como mucho. Más tiempo es un riesgo", explica el presidente de la Confederación española de asociaciones de padres de alumnos (Ceapa), Pedro Rascón.

Pasados los dos años se abren grietas y aumenta el deterioro de unas instalaciones pensadas sólo para durar un par de años mientras se amplia el colegio o se construye un nuevo. "El problema surge cuando estas instalaciones perduran mucho más yempiezan a usarse como si fueran definitivas con el objeto de ahorrarse en construcción", critica Rascón.

Cuando estas aulas se instalan "pueden ser incluso mucho mejores, en calidad", que un edificio escolar con una serie de años, pero lo malo es que "el deterioro se produce mucho antes" y el "riesgo de accidentes" que conllevan estos desperfectos.

No es cosa de la crisis

"La crisis se ha convertido ahora en la excusa, pero el uso de estas aulas ya venía de antes. Parece que en nombre de la crisis ahora se pueden hacer todas las barbaridades que se nos ocurran", critica Rascón.

La Comunidad Valenciana, Cataluña, Andalucía, Aragón o Castilla La Mancha son las autonomías más afectadas por este fenómeno que nada tiene que ver con la crisis mundial, a pesar de que afecta de lleno al sector de la construcción.

El presidente de las asociaciones de padres de alumnos señala a la Comunidad Valenciana y a Cataluña, como dos de las autonomías donde la instalación de estos barracones se ha convertido en una práctica habitual porque, en realidad, "no les importa parchear un problema en lugar de invertir en instalaciones duraderas".

La construcción de un centro escolar suele durar unos dos años, pero cuando algo falla en el proyecto este plazo se alarga en el tiempo. Por ejemplo, en una escuela del barrio de Sant Andreu en Barcelona llevan más de cinco cursos en barracones y ahora se conoce que no existe una ubicación definitiva para el nuevo centro, lamenta el vicepresidente de FAPA Cataluña, Alex del Castillo.

"Pero hay otros tipos de barracones cuyo uso es todavía más sangrante". En estos casos, el responsable de FAPA Cataluña destaca el ejemplo de la Escuela Mediterránea en la Barceloneta, en la que hace cuatro cursos detectaron un problema de aluminosis y desde entonces imparte sus clases en aulas prefabricadas instaladas en el patio de un colegio cercano, lo que es un problema para los dos centros.

Según Castillo, el aumento de aulas prefabricadas está ligado el incremento de niños en edad escolar, que obliga a decidir construir un colegio nuevo o ampliar un antiguo. El problema es que los barracones se abren mientras aún se decide el proyecto y su financiación y no cuando se inician las obras. Así, el número de años que permanecerán abiertos estos barracones será mayor de lo indicado.

Problemas de fracaso escolar

En la Comunidad Valenciana el número de barracones en un poco menor que en Cataluña, pero desde FETE-UGT critican que los niños siguen cursando en aulas prefabricadas porque aún falta por construir y adecuar 266 centros de los 1.679 de la red pública.

"No ha habido voluntad política de acabar estos centros, por lo que los alumnos se mantienen en barracones. No se ha hecho el trabajo y los alumnos se hacinan" en estas aulas. En su opinión, las aulas prefabricas afectan a las condiciones laborales de los profesores y a la enseñanza. "Es uno de los elementos, no el único, que incide sobre el fracaso escolar", puntualiza Martí.

La construcción de un colegio, subraya Martí, "no es un hito arquitectónico ni de ingeniería muy complicado, por lo que se puede acometer rápidamente y en dos años podrían estar acabados". Además, señala que si la Generalitat Valenciana "licitará estas 266 obras crearía hasta unos 100.000 puestos de trabajos de la construcción y empresas auxiliares".

Según los datos del sindicato, en Andalucía hay también unos 800 barracones en los centros escolares, mientras que en Aragón hay 30 centros con aulas prefabricadas (15 en Zaragoza, 13 en Huesca y dos en Teruel).

En el lado opuesto se encuentran ejemplos de autonomías que están poco a poco reduciendo el número de sus barracones. "Es muy complicado, porque hay zonas con un auge de población importante pero temporal", por lo que hay políticos que "se lo piensan", explica el presidente de Ceapa.

Rascón recuerda el ejemplo de Navarra, donde "en un momento dado sí que hubo un importante uso de los barracones", algunos de ellos permanecieron "hasta cinco o seis años" sustituyendo centros construidos y con algunos incidentes como "el derrumbe de un falso techo, con la fortuna de que no había niños en el interior".

"A día de hoy en esta comunidad se utilizan únicamente donde realmente no hay más remedio", destaca Rascón, quien señala que no se opone al uso "residual" de los barracones.

Asimismo, el sindicalista valenciano Guillermo Martí pone como ejemplo opuesto el de la Comunidad de Madrid, que ha conseguido reducir a una sola localidad de su territorio, Batres, el uso de barracones en este curso escolar y que se ha comprometido a desmontarlos a lo largo de este año.

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