La espléndida y poderosa máquina completó un recorrido de prueba en el noroeste de Inglaterra que fue presenciado por entusiastas del ferrocarril, algunos con lágrimas en los ojos.
"Es un momento emocionante, es electrizante", explicó Tina Bywater, de 67 años, aficionada a los trenes. "Siempre dije que si pudieras embotellar vapor, aceite y carbón, lo llevaría como perfume".
El mes que viene, la "Flying Scotsman" irá de la estación londinense de King's Cross a la ciudad de York, en la primera de una serie de exhibiciones y viajes abiertos al público.
La lomotora alcanzó la fama cuando se presentó en la gran Exposición Imperial Británica de 1924, un año después de su construcción en Doncaster, en el norte de Inglaterra, y es una de las joyas del patrimonio industrial nacional.
En 1928, inició el primer servicio sin paradas entre Londres y Edimburgo, reduciendo el viaje de 670 kilómetros a 8 horas.
En 1934, fue la primera que alcanzó las 100 millas por hora.
En 1963, la compañía de ferrocarriles la retiró del servicio y la vendió a unos propietarios privados, que la usaron para exhibiciones en Australia y Estados Unidos.
En Australia estableció el récord del viaje más largo sin paradas para una máquina de vapor, los 679 kilometros que separan Melbourne de Alice Springs.
Gracias a una colecta pública, la maquina volvió a manos del Reino Unido en 2004, por 2,3 millones de libras (3 millones de euros, 3,3 de dólares).
Con 22 metros de longitud, y una capacidad de almacenamiento de 8 toneladas de carbón y 23.000 litros de agua, se estima que ha recorrido unos 4 millones de kilómetros.
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