Yuma, la única cría de manatí nacida en España, cumple un año

  • Madrid.- En el tanque amazónico de Faunia están de celebración porque Yuma, la única cría de manatí que ha nacido en España, cumple mañana su primer año de vida y, con ello, aumenta la esperanza de conseguir una población europea genéticamente sana que ayude a conservar la especie.

Yuma, la única cría de manatí nacida en España, cumple un año
Yuma, la única cría de manatí nacida en España, cumple un año

Madrid.- En el tanque amazónico de Faunia están de celebración porque Yuma, la única cría de manatí que ha nacido en España, cumple mañana su primer año de vida y, con ello, aumenta la esperanza de conseguir una población europea genéticamente sana que ayude a conservar la especie.

Los manatíes son mamíferos marinos de la familia de las sirenias, avistados por primera vez durante la colonización española del continente americano, y confundidos con sirenas por los marineros, que generaron alrededor de ellos innumerables leyendas, cuenta a Efeverde el biólogo conservador de Faunia, Javier Gimeno.

Su tamaño (los adultos pesan entre 500 y 1.000 kilos), su carácter pacífico y una dieta completamente herbívora, les permiten mantenerse alejados de peleas y depredadores en las aguas tranquilas y poco profundas, tanto dulces como saladas, de las zonas tropicales del mundo en las que viven, donde su único depredador es el hombre.

Pese a ello, Gimeno aclara que son animales en peligro de extinción, principalmente debido a la lenta reproducción de las hembras -sólo una cría cada dos o cinco años- y a los accidentes que sufren en su entorno natural, donde son golpeados por los motores de los barcos cuando salen a la superficie a respirar.

Como consecuencia, la conservación de los ejemplares en cautividad es "fundamental" para la supervivencia de la especie para que, cuando el entorno natural sea apto, exista la posibilidad de "reintroducir" a los manatíes en sus ecosistemas originales.

El problema, explica Gimeno, es que los manatíes europeos no son genéticamente "autosuficientes", es decir, que los ejemplares que se cruzan en cautividad están emparentados entre sí en un rango muy alto y son necesarios genes nuevos para conseguir animales "sanos" con posibilidad de reintroducción.

Por ello, la llegada de los padres de Yuma al tanque de Faunia, hace aproximadamente tres años y gracias a un acuerdo de colaboración con el zoológico de Georgetown, fue un hecho de gran importancia.

El macho tenía seis años, la hembra ocho, pesaban unos 200 y 300 kilos respectivamente y pertenecen a la subespecie conocida como manatí antillano, que vive en las aguas costeras del sur de los Estados Unidos, México, las islas del Caribe, Centro América, y los países del nordeste de Sur América, incluyendo Venezuela y el norte de Brasil.

Ambos nacieron en cautividad y esto ayudó, asegura Gimeno, a una rápida adaptación a su nuevo hogar que permitió que al año de su llegada el macho empezase a "tontear" con la hembra, dando lugar, tras 12 meses de gestación, al exitoso nacimiento de Yuma.

Pesó unos 50 kilos y enseguida desarrolló su "instinto aventurero", explorando con curiosidad el tanque en el que vive pese a estar bajo una estricta protección materna.

Protección que, tal y como ocurre con los seres humanos, no acaba necesariamente cuando las crías se hacen adultas, a los tres o cuatro años, ya que estos animales desarrollan lazos familiares fuertes que les pueden mantener unidos a sus progenitores.

Yuma, sin embargo, sí tendrá que independizarse. Aunque no se sabe dónde, el objetivo es que sea trasladado a uno de los centros europeos de manatíes, donde se unirá a una hembra genéticamente diferente a él para contribuir a los programas de conservación.

Pero aún es pronto para eso. Yuma celebra mañana su cumpleaños y, aunque sigue mamando de vez en cuando, recibirá encantado su regalo: un exquisito menú a base de jacintos, piscia y flor de agua, manjares tropicales a la altura de un primer aniversario.

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