Cuesta y Bravo aprendieron a hacer limonada de un sueño frustrado

Dice el refrán que "si la vida te da limones, aprende a hacer limonada", y eso fue lo que hicieron el dominicano Gustavo Cuesta y el venezolano Alberth Bravo al ver truncados sus sueños de competir en otro deporte.

Cuesta y Bravo quedaron eliminados este viernes en los 400 m del Mundial de Atletismo en pista cubierta que se realiza en Portland, Estados Unidos.

"Aunque no me clasifiqué a semifinales, el tiempo estuvo según lo planificado con mi entrenador para esta época del año", declaró a la AFP el dominicano Cuesta, quien quedó quinto en su serie eliminatoria con tiempo de 48.46.

"Estamos trabajando rumbo a los Olímpicos de Rio, acumulando millas para hacer un buen papel en las Olimpiadas y quedar entre los ocho finalistas", aseguró Cuesta, que a sus 27 años ya acumula experiencias previas en los Mundiales en sala de Doha-2010 y Sopot-2012, como parte del relevo de 4x400 de República Dominicana.

También formó parte de la cuarteta que compitió en los Juegos Olímpicos de Londrs-2012, y salió campeona de los Juegos Universitarios de 2014.

Este espigado corredor lleva 10 años practicando el atletismo, al que saltó luego de que se le arruinara el brazo derecho poco después de haber firmado como prospecto en la Academia de los Cachorros de Chicago de las Grandes Ligas de béisbol.

"Tenía buena velocidad y aceptable curva, y según decían gran futuro, pero el brazo se me lastimó y me dieron baja", recuerda el atleta de San Pedro de Macorís.

José Serra, entonces su entrenador y hoy Gerente General de las Estrellas Orientales de la liga profesional dominicana, lo vio tan triste y desesperado que habló con un amigo entrenador de atletismo para que se encargara de ese chico de 17 años al que el mundo se le caía encima.

"Ahí se me abrió otra puerta. Gracias al atletismo he viajado por el mundo y adquirí una educación", asegura Cuesta. Graduado de profesor de Educación Física y Técnico Deportivo en el Centro de Entrenamiento y Deportes en Puerto Rico, Cuesta enfrenta ahora la Maestría en Educación y Entrenamiento Deportivo.

"No cambiaría mi vida por nada ahora. Me gusta la pelota, pero el atletismo me hizo nacer de nuevo", acota.

El venezolano Alberth Bravo se tomó con filosofía su eliminación en los 400m del Mundial de Portland este viernes, pues para lo poco que pudo prepararse el sólo hecho de estar en la pista con otras luminarias ya era un triunfo.

Con crono de 47.63, Bravo quedó quinto en su serie eliminatoria este viernes.

"Hubiera querido prepararme mejor, pero por problemas con los dólares no pude ir a mi base de entrenamiento en Orlando (Florida) y me perdí varias competencias acá en Estados Unidos", dijo el venezolano de 28 años de edad

Bravo intentó hacer carrera deportiva primero en el voleibol y luego en el baloncesto, pero su 1.98 m de estatura no estaban respaldados por los reflejos y habilidades que requieren estos deportes, y entonces se fue el atletismo como una vía para descargar sus energías juveniles.

Sus ganas de hacer deportes eran tantas, que entre partidos de baloncesto y voley probaba con el atletismo en salto alto, salto largo, 110 m con vallas y 200m.

Sus primeras medallas las ganó en los Sudamericanos Juveniles de Guayaquil (Ecuador), a los 17 años, con respetable marca de 2.01 en salto alto.

En los Juegos del Alba de 2007 se elevó hasta los 2.15m, pero entonces una lesión en la parte baja de la espalda le interrumpió el paso y cuando regresó ya no era el mismo.

"Un dia un entrenador cubano me dijo: 'oye, por qué no pasas para los 400 metros. Tienes las mismas zancadas que Juantorena', y ahí empecé", dijo el gigante de Zulia en la zona mixta a la AFP.

Reveló que ésta fue la primera competencia en pista cubierta que hacía en su carrera profesional, y le fue difícil adaptarse a las condiciones de la pista y el estadio.

"Pese a todo, estoy contento. Hice mi mejor esfuerzo y ahora toca prepararse para los Olímpicos de Rio", asegura el gigantón venezolano, quien dice aún seguir tirando pelotas al aro, aunque confiesa que con mala puntería.

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