El Kremlin desmintió este viernes las revelaciones del antiguo dirigente del laboratorio antidopaje ruso, Grigori Rodtchenkov, sobre el sistema de dopaje consentido por Moscú, del que se habrían beneficiado los medallistas rusos durante los Juegos Olímpicos de Sochi en 2014, tachándolas de "calumnias de un tránsfuga".
"Parecen acusaciones sin fundamento alguno", declaró a la prensa el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. "Parecen simplemente calumnias de un tránsfuga", añadió, utilizando un término que recuerda al período de la Guerra Fría, cuando los espías o responsables soviéticos se pasaban al Oeste.
Tras su dimisión en noviembre de 2015, Rodtchenkov se instaló en Estados Unidos, desde donde aseguró en las páginas del New York Times que varias decenas de atletas rusos, entre ellos 15 medallistas olímpicos, disfrutaron de un sistema de dopaje organizado y supervisado por Moscú durante los Juegos Olímpicos de Sochi.
Rusia finalizó en el primer puesto del medallero en esa cita olímpica, con 33 podios, 13 de los cuales fueron en el cajón más alto.
El Comité Olímpico Internacional (COI) reaccionó a esas revelaciones pidiendo la apertura de una investigación por la Agencia Mundial Antidopaje, recordando que el laboratorio antidopaje de Sochi estaba por aquel entonces conforme con "las reglas internacionales".
Rodtchenkov afirma haber creado una mezcla compuesta por tres esteroides anabolizantes y alcohol, capaz de sortear las pruebas para ser detectada.
Los servicios secretos rusos habrían, según él, intervenido para cambiar las muestras urinarias recogidas de atletas rusos.
Para probas esas acusaciones, Rodtchenkov aportó al New York Times un intercambio de correos electrónicos con el ministro ruso de deportes en los que se menciona a varios atletas que se beneficiaron de estas prácticas.
También aportó una foto en la que se aprecia una pequeña trampilla en un laboratorio antidopaje de Sochi por la que los servicios secretos rusos accederían para cambiar las muestras.
Rodtchenkov fue despedido a finales de 2015, tras destaparse el escándalo que sacudió al atletismo ruso, y que podría privarle de los Juegos Olímpicos de Rio. En 2016 se instaló en Estados Unidos, junto a su adjunto Timofeï Sobolevski.
"Eran tan malos, que los hemos devuelto. Se fueron a Estados Unidos, donde recibieron un laboratorio, un apartamento, un coche", declaró en febrero el ministro ruso de Deportes, Vitali Moutko.
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