Australia 0-3 España: el campeón lava su imagen en el día de la despedida

    • Villa, Torres y Mata evitaron que la despedida de la selección fuera mucho más amarga de lo que ya es.
    • Hubo otra actitud con otra alineación. Se jugó con más motivación, hambre y orgullo.
Ulises Sánchez Flor

España se quitó la timidez en su último partido del Mundial. Goleó a Australia en un partido en el que acabó arrollando a su rival con ese juego fresco, fluido, dinámico y profundo que le han hecho ser una de las selecciones más completas de los últimos años. El atrevimiento de algunos futbolistas, su esfuerzo y motivación hacen pensar y, a la vez lamentarse, que los partidos contra Holanda y Chile no se afrontaron de la mejor manera. Fallaron muchas cosas y el contraste es evidente con todo lo bueno que se demostró ante los australianos. Tampoco debe servir de argumento que no había nada en juego porque Australia salió muy fuerte desde un inicio para entrar en la gloria de aquellas selecciones que presumen de haber acabado con España. Quería darle la puntilla.

Hubo otra actitud con otra alineación. Se jugó con más motivación, hambre y orgullo. Se recuperó el estilo del toque efectivo y preciso. Se eliminó al rival por la velocidad mental y física. Así que no caben excusas que expliquen que en los otros dos partidos no se podía con las piernas y había cansancio. Contra Australia se abrió el campo con dos laterales más enchufados y atrevidos. Juanfran entró por Azpilicueta y fue partícipe y protagonista de la mejoría. En el primer tanto un centro suyo fue rematado por Villa para hacer el primer gol. No paró de subir, de ofrecerse, de trabajar y pelear. Lo mismo que Jordi Alba, que pisó el área rival y pudo marcar un gol en el primer tiempo. Decidió irse al ataque y entrar en juego por la banda izquierda con Villa.

El equipo español fue más creativo y compacto. Se ganó en solidez ante una Australia que, precisamente,no es una guardería. Son tíos físicamente potentes que iban fuerte al choque. Pero España no se asustó. Xabi Alonso jugó sin Busquets y se posicionó entre Ramos y Albiol para equilibrar el juego. Koke fue titular junto a Xabi y ayudó a mejorar el juego entre líneas y darle salida desde atrás. Entre los dos presionaron con fiereza a los australianos por el centro y acabaron imponiendo su capacidad para robar y salir jugando para Iniesta. El manchego hizo de Xavi y lo bordó. Se puso a repartir juego de un lado a otro del campo, dio dos asistencias de gol y tuvo la claridad que no encontraron Xavi, Silva y Pedro en los otros partidos. España no se partió en dos. Se fue imponiendo en el dominio de la pelota por ese equilibrio táctico, intensidad, concentración y el juego por las bandas. Recuperó la confianza en el toque preciso y dio velocidad a la pelota. La mejoría llegó porque al talento se le añadió sacrificio.

Arriba también mejoró el conjunto con esta última alineación. Sin Diego Costa, el seleccionador apostó por Fernando Torres y David Villa y ambos marcaron. Hacen que el equipo sea más imprevisible arriba, desconciertan por su movilidad y desmarques. Diego Costa no encajó en el juego de ataque con espacios reducidos. Villa fue un demonio que se movió de un lado a otro, tiró desmarques y apareció en las zonas de máximo peligro. El carácter lo lleva en su ambición y olfato. Como Torres, que leyó los pases de Iniesta y se fabricó los espacios para ganar las espaldas a los defensas.

En definitiva, España mejoró ante una Australia combativa que creó muchos problemas a Holanda y Chile y que bajó los brazos ante los españoles porque se vio superada en todas las zonas del campo. Apareció ese hambre que estaba oculto en la expedición.

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