Bale, Neymar, Gámez, Orellana y Diego Alves

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Roberto Morales

Madrid, 11 ene.-

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-- GARETH BALE.

Vivió una situación injustificable en el Santiago Bernabéu en uno de sus mejores días. Bale exhibió las virtudes que le convirtieron en el fichaje más caro de la historia del Real Madrid para empujar al equipo de Carlo Ancelotti a la esperada reacción. Velocidad, desborde, pegada. Pagó el peaje en forma de silbido por una acción clave en la derrota de Mestalla, cuando pecó de individualismo.

La fama de chupón le acompaña pero el Real Madrid sabía lo que fichaba y lo que juntaba a un futbolista como Cristiano Ronaldo. Su relación es buena pero el portugués tuvo un gesto inapropiado con su compañero. Bale que disfrutaba de su día contra el Espanyol, encaró a Kiko Casilla tras una elegante carrera pero definió mal. En el mano a mano nunca tuvo que mirar a un lado, donde el portugués esperaba el pase. Los aspavientos de queja echaron encima a la afición madridista. La exigencia a las estrellas siempre fue máxima en la grada pero hay casos difíciles de explicar. El galés aprendió una lección.

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-- NEYMAR.

Era un día señalado, decisivo en el futuro de un entrenador, Luis Suárez, que ha mostrado su personalidad y capacidad de mando en un vestuario de estrellas. En río revuelto las declaraciones de Neymar tras un cambio intrascendente en una goleada copera al Elche, no hicieron más que desacreditar al entrenador asturiano. Cuando el balón volvió a rodar en uno de esos encuentros grandes de la temporada todo se deja en el olvido y manda el fútbol.

Ahí es donde se divierte Neymar, que conectó a la perfección en un tridente mágico con el Messi más brillante y un generoso Luis Suárez. Abrió el partido premiando los mejores minutos del Barça, mágico en varias jugadas en las que siempre desequilibró. Perdonó el segundo con todo a favor, recibió una durísima entrada que le dejó un tobillo ensangrentado. Estuvo en todo y al final dejó una frase que habla por sí sola: "Ahora estamos juntos otra vez". Luis Enrique puede respirar entonces, sobre todo por ver como su equipo desató su mejor imagen de la temporada.

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--JESÚS GÁMEZ.

El 'Cholo' Simeone, estudioso enfermizo del fútbol y de cada planteamiento de sus rivales, tenía una carta guardada para el Camp Nou en el lateral izquierdo. La sorpresa era Jesús Gámez, que afrontaba su gran día de rojiblanco en un duelo clave en el pulso por la Liga. Su rival era el más temido, Lionel Messi, y el argentino recuperó su versión más 'eléctrica'.

Gámez sufrió a pierna cambiada en el costado izquierdo. Siempre fue tarde cuando Messi arrancó a alta velocidad. Le sacó la amarilla y los colores, pero tiró de orgullo y experiencia para reaccionar. Como el Atlético de Madrid. Se resarció en el segundo acto cuando el mundo se puso del revés y fue Messi el que cometió penalti sobre el defensa. El experimento habrá que ver si se repite en el Santiago Bernabéu, donde Simeone ya piensa en calmar el dolor de la derrota del Camp Nou echando de la Copa del Rey al eterno enemigo.

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-- FABIÁN ORELLANA/DIEGO ALVES.

Superó las doce horas sin marcar un tanto en Liga el Celta de Vigo. El buen fútbol reapareció en Balaídos en un día complicado, ante un Valencia que llegaba de tumbar al líder. El chileno Fabián Orellana se encontró con la oportunidad perfecta para reencontrarse con el gol, siempre y cuando no estuviese bajo palos el brasileño Diego Alves.

Su leyenda como rey de los penaltis creció en Vigo. Ha detenido 14 de 33, unos números con los que supera los trece de Cañizares y está a tan solo dos de Andoni Zubizarreta, que para establecer el mejor registro recibió nada más y nada menos que 102 penas máximas. la felicidad no fue máxima para el portero del Valencia, que vio como el esfuerzo del Celta encontró el premio en la venganza de Orellana.

El tanto del delantero del Celta dio el empate, pero sobre todo volvió a hacer creer en el gol en un equipo que había perdido su magia ofensiva. El chileno, en su mejor año en España, asegura desequilibrio junto a Nolito en ataque, disfrutando de los espacios que deja el nueve, bien sea Lavirrey o Charles. Su calidad rescata a los celestes.

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