Bale resucita a medias

  • Sin Cristiano Ronaldo, sancionado tres partidos tras el choque ante el Athletic, todos los focos del encuentro entre Real Madrid y Villarreal se centraron en la figura de Gareth Bale, que resucitó a medias para mostrar detalles de que puede ser un hombre óptimo para el cuadro de Carlo Ancelotti.

Juan José Lahuerta

Madrid, 8 feb.- Sin Cristiano Ronaldo, sancionado tres partidos tras el choque ante el Athletic, todos los focos del encuentro entre Real Madrid y Villarreal se centraron en la figura de Gareth Bale, que resucitó a medias para mostrar detalles de que puede ser un hombre óptimo para el cuadro de Carlo Ancelotti.

El jugador galés comenzaba a generar controversia con su rendimiento. La estrella del Tottenham, cuyo coste total es distinto según los datos del conjunto inglés (supera los cien millones de euros) o del Real Madrid (poco más de noventa), parecía apagarse cuando tampoco había conseguido brillar demasiado una vez traspasado el ecuador del curso.

Una mala pretemporada y lesiones no demasiado graves frenaron el crecimiento de un jugador que con Ancelotti casi siempre ha parecido estar perdido jugando a pierna cambiada en la zona derecha del centro del campo. Con el Tottenham, al final, jugó en esa zona y fue el mejor de la Premier League. Sin embargo, con el técnico italiano no acababa de encontrarse a gusto en esa parte del terreno de juego.

Desaparecido de la última convocatoria, ante el Atlético de Madrid en Copa del Rey de forma un tanto misteriosa (Ancelotti anunció el día antes su inclusión en el once titular), desde el 25 de enero, cuando el Real Madrid se enfrentó al Granada, no había sido citado para las listas de los choques ante Espanyol y Athletic.

Sin embargo, contra el Villarreal vivió 45 minutos de resurrección que recordaron al mejor Bale del Tottenham. Sus números no son nada malos aunque los datos no parezcan excesivamente brillantes. En total, tocó 36 veces la pelota. Dio 21 pases en corto, recuperó un balón que acabó en gol y perdió siete. Pero también asistió a Benzema en el segundo gol y marcó el primero tras un error de Dorado.

Además, no se escondió e intentó desbordar con éxito a su par, Jaume Costa, que en muchas ocasiones se vio impotente para frenar las acometidas del galés. Sus centros, pese a jugar al revés, crearon bastante peligro. Benzema se aprovechó de uno, pudo marcar un segundo y Modric también se pudo unir al festín que ofreció Bale.

Todo cambió en la segunda parte. Todo lo que parecía oro en la primera, se diluyó en la segunda poco a poco hasta que Bale prácticamente desapareció y se convirtió en un espectador de lujo de las diabluras de Jesé y del buen momento de forma del croata Luka Modric, una vez más ovacionado por el Bernabéu.

Apenas entró en juego, no parece estar en plena forma para aguantar noventa minutos a pleno rendimiento. Necesita regularidad para volver a ser aquel que deslumbró en el Tottenham. De momento, no la ha conseguido, las lesiones interrumpen su progresión y en el Real Madrid todavía no han podido encontrar el contrapunto perfecto a Cristiano Ronaldo.

Por lo menos el duelo contra el Villarreal, aparte de confirmar la irrupción de Jesé, dejó buen sabor de boca a Bale, que con 45 minutos de brillo puede vislumbrar el final de una especie de depresión futbolística que atenazaba su juego. Bale resucitó, pero lo hizo a medias.

Su encuentro ante el bloque de Marcelino García Toral fue una paradoja de lo que está siendo su temporada. Renace y cae para volver a renacer, pero no acaba de cuajar. El tramo final del curso servirá para medir si su primer año vestido de blanco ha sido correcto o, por el contrario, de transición hacia otros mejores.

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