Baño de multitudes del Tour en el Reino Unido

  • El vigésimo inicio extranjero del Tour de Francia en sus 101 ediciones, con el inicio en el norte de Inglaterra, se ha saldado con un baño de multitudes que ha marcado de forma decisiva las tres primeras etapas de la ronda gala.

Luis Miguel Pascual

Londres, 7 jul.- El vigésimo inicio extranjero del Tour de Francia en sus 101 ediciones, con el inicio en el norte de Inglaterra, se ha saldado con un baño de multitudes que ha marcado de forma decisiva las tres primeras etapas de la ronda gala.

Los ciclistas que han participado apenas han podido ver las cunetas del condado de Yorkshire, el más septentrional de Inglaterra, pero tampoco hoy las de otras localidades más al sur, con la llegada del pelotón a Londres antes de embarcar hacia el continente.

El éxito popular ha encantado a los organizadores, que consideran que han superado las previsiones y las cifras de hace siete años, cuando la capital británica acogió el inicio de la carrera con imágenes extraordinarias de multitudes asistiendo al prólogo con el que comenzó aquella edición.

El director del Tour, Christian Prudhomme, no dudó en considerar que las masas que se dieron cita en las carreteras de la primera etapa eran "las más numerosas de la historia" en el debut del Tour.

Para Gary Varity, el responsable político del condado de Yorkshire que obró para que el Tour se lanzara en sus tierras, la ronda gala es "el evento más importante" que jamás ha acogido la región, olvidando quizá que sus tierras fueron escenario de la conquista romana o de la guerra civil inglesa.

La presencia de parte de la familia real británica en el inicio de la carrera fue otro aliciente que, para los políticos locales, contribuyó a situar en el mapa a la región de Leeds, acostumbrada a quedar ensombrecida entre las noticias que emanan desde del sur de Londres y desde el norte de Escocia.

"Es una magnífica oportunidad para promocionar la región", indica el alcalde de Leeds, Keith Wakefield, convencido de que las imágenes que pasarán por 190 países de todo el mundo "invitarán" a venir a conocer más en profundidad el condado de Yorkshire.

Al éxito de público se suma, además, que los tres días que el pelotón ha rodado por carreteras inglesas el tiempo ha sido clemente e, incluso, soleado, lejos de la imagen habitual que circula del gris cielo que cubre el Reino Unido.

La bella estampa ha tenido una cruz, y es que el elevado número de espectadores en las carreteras ha multiplicado los riesgos de caídas de los ciclistas, en particular por el nuevo hábito de hacerse "selfies" al paso de la serpiente multicolor.

"No nos ven llegar, es realmente peligroso", cuenta el británico Geraint Thomas, uno de los cuatro británicos del pelotón, que asegura que sus compatriotas "no se dan cuenta de que el pelotón tiene que usar todo el ancho de la calzada".

La imagen la dejó el lituano Ramunas Navardauskas, que golpeó a un espectador cuando había sacado los brazos con un teléfono en la mano para hacer una foto.

El español Alberto Contador agradeció el respaldo de los aficionados, pero matizó que multiplicaba el peligro. El de Tinkoff lo vivió en propias carnes, pues estuvo a punto de dar con sus huesos en tierra en la segunda etapa cuando un espectador en silla de ruedas se avanzó sobre la carretera y estuvo a punto de provocar un drama.

"Lo vi de cerca y me pareció un milagro que no pasara nada", cuenta Matthieu Ladagnous, que lo vivió de cerca.

Algunas imágenes han sido pintorescas, como la presencia de un espectador en bicicleta de montaña junto a los ciclistas, además de multitud de perros en el recorrido.

El ganador de la edición del año pasado es el más beneficiado de tanta presencia de público, porque es el destinatario de la mayor parte de los mensajes de apoyo de sus compatriotas.

Pero incluso el ciclista del Sky, que persigue sumar su segundo Tour consecutivo, combina los mensajes de entusiasmo por el fervor popular con las llamadas a la prudencia.

"Parecía que rodábamos toda la jornada por los Campos Elíseos en el domingo final", señaló el ciclista nacido en Kenia, antes de lamentar que "en algunos tramos el pelotón tenía que conformarse con apenas metro y medio de anchura".

"Había tres filas de gente, parecía uno de los puertos de los Alpes o de los Pirineos", señalaba el holandés Bauke Mollema, acostumbrado a la aglomeración que montan sus compatriotas en algunos de los míticos ascensos del Tour.

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