Para la mayoría de personas la victoria del Valencia en Bielorrusia se resumirá en un sólo nombre: Roberto Soldado. El delantero anotó los tres goles del triunfo. Sin embargo, en el anonimato que provoca no haber marcado gol alguno relucen dos hombres que tambíen han sido imprescindibles para los valencianistas: Diego Alves y Tino Costa.
El portero hizo lo que tenía que hacer y no cometió error alguno. No notó la presión de tener que aprovechar la oportunidad para poder ganarse la confianza de un Pellegrino que últimamente apuesta por Guaita. En la primera parte tiró de colocación y de reflejos para sacar las tres ocasiones de las que dispuso el BATE.
Ya en el segundo tiempo, el braileño sólo tuvo una acción destacable, pero fue un momento clave. Rodionov se coló por la izquierda, entró en el área y chutó al segundo palo. Alves estiró la pierna y detuvo el balón con el pie como si fuese un portero de fútbol sala. En la contra el balón el llegó a Tino Costa, quien le metió un centro perfecto a Soldado, para que empalara y marcara el segundo gol.
Tino Costa, de menos a más
En una jugada quedaron reflejados los tres jugadores del partido. Y es que Tino Costa fue el otro héroe silencioso de su equipo. Jugó por delante de Gago y Albelda, siendo el cerebro de su equipo. En el primer tiempo estuvo muy espeso, algo de lo que contagió a su equipo. Empero, se desfondó en tareas defensivas.
Al volver de vestuarios fue capaz de adecuarse a un partido que se aceleró por culpa del BATE. Lo aprovechó para hacer que sus compañeros metieran la quinta marcha y finiquitaran el partido. Dio las dos asistencias a Soldado, la segunda tras un robo en campo contrario y dos paredes con el delantero, y peleó cada balón como si fuese una final.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios