Bolt, Van Niekerk, Farah y Ayana, protagonistas del atletismo

EUROPA PRESS

El deporte rey en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tuvo en Usain Bolt una figura difícil de superar en protagonismo, pero los tres oros del jamaicano estuvieron acompañados de hazañas igualmente de renombre, como el doblete de Mo Farah o los récord del mundo de Wayde van Niekerk y Almaz Ayana.

El rey de la velocidad acaparó todos los focos, pero no tuvo rival. Bolt volvió a imponerse sin discusión en las pruebas de 100 y 200 metros, cerrando también con oro el relevo 4x100 jamaicano. Nueve medallas de oro entre Pekín, Londres y ahora Río, que van de la mano de un personaje que va más allá de las carreras.

Sus gestos y carisma no dejan indiferentes. Su objetivo era la inmortalidad, y por su manera de ser dentro y fuera del tartán lo ha logrado. En éxitos olímpicos igualó los nueve oros de Paavo Nurmi y Carl Lewis, ellos con tres y una plata, en tiempos muy lejanos en caso del finlandés y de más pruebas olímpicas.

Al siglo XXI le costará encontrar sustituto a Bolt. Y es que en la cita brasileña los pasos del jamaicano se siguieron aún con mayor atención por sus 30 años y su continua mención a la retirada olímpica. En Río Bolt pudo decir adiós a los Juegos, algo que elevó su estrella en el Estadio Olímpico por encima de otras proezas.

Sin ir más lejos, en la cita anterior a la prueba reina del atletismo, los 100 metros que todos esperaban el domingo 14 de agosto, el sudafricano Wayde van Niekerk irrumpió con oro y récord del mundo en los 400 metros. Quizá el atleta de Ciudad del Cabo sea ese dominador sucesor de Bolt, como apuntó un atónito Michael Johnson al ver superada su marca mundial de 1999 y desde la calle 8.

También rompió barreras Almaz Ayana. El primer día de atletismo en Río no pudo tener mayor alcance que con el récord del mundo en 10.000 metros logrado por la etíope. Una marca con más de 20 años de antigüedad --Mundiales de Stuttgart en 1993) y que destrozó por 14 segundos. Un recital en el primer oro sobre el tartán brasileño.

Asiduo de medallas y podios es el británico Mo Farah, que en Río repitió el doblete en 5.000 y 10.000 metros que logró hace cuatro años. Cuatro veces campeón olímpico cruzando siempre la meta sin rival. La estadounidense Allyson Felix alcanzó las nueve medallas, seis de oro como récord histórico, tras los tres metales en Río.

Con todo, la reina de la velocidad fue la jamaicana Elaine Thompson, quien se impuso en los 100 --impidiendo el triplete de su compatriota Shelly Ann Fraser Pryce-- y los 200. El que sí pudo defender su corona olímpica fue el keniata David Rudisha, campeón de nuevo en los 800 metros ante el público brasileño.

Un Estadio que pudo disfrutar como propia otra sorpresa de los Juegos, cuando el local Thiago Braz da Silva se proclamó campeón de salto de pértiga con un salto de 6.03. La gesta del brasileño de 22 años se vio deslucida por los abucheos del público a, entre otros, el francés Renaud Lavillenie, campeón en Londres y que dejó las lágrimas más amargas del torneo subido al segundo cajón del podio.

En cambio, la cara bonita del deporte olímpico la personificaron las atletas Nikki Hamblin y Abbey D'Agostino en los 5.000, quienes tras irse al suelo se ayudaron la una a la otra para poder cruzar la meta, gesto que fue recompensado con su recalificación para la final.

En la jornada de clausura, el keniata Eliud Kipchoge, el hombre con la segunda mejor marca de la historia (2h03:05), bronce en Atenas 2004 y plata en Pekín 2008 en 5.000, se dio un baño de oro bajo la lluvia que mojaba a la bulliciosa multitud en el Sambódromo en la mítica prueba del maratón.

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