El oro olímpico de Brasil en judo responde a plegarias de la Ciudad de Dios

En la violenta y miserable favela de Ciudad de Dios, la familia y los amigos de la heroína brasileña del judo Rafaela Silva consideran que su medalla de oro es un premio para todos ellos.

Un pequeño grupo se reunió a las puertas de su casa, una vivienda sencilla de fachada sin pintar con piso de tierra. Turnándose para leer los periódicos del martes o sólo conversar, había un tema que dominaba la situación.

"Ganó esa medalla por nosotros. Siempre ganó sus batallas y de verdad se merecía este triunfo", declaró su vecino Marco Vinicius, de 23 años.

Rafaela Silva, de 24, representa una arrolladora historia de éxito para esta enorme favela que Fernando Meirelles dio a conocer al mundo con su película "Ciudad de Dios" (2002).

La hoy medallista olímpica creció aprendiendo a sobrevivir en el fuego cruzado entre las bandas armadas de narcos y la brutalidad policial.

Cuando su carrera amenazó con descarrilare tras el golpe de su descalificación en los Juegos de Londres-2012, se sobrepuso a la depresión y la virulenta violencia racial de sus compatriotas.

Hoy es la mejor judoca de menos de 57 kilos, tras su victoria del lunes. Es la campeona de la Ciudad de Dios. La favela pasó a ser ahora la "Ciudad de la Diosa", como tuitéo la actriz Regina Casé en su homenaje.

Vinicius dijo que Rafaela puso a sus detractores en su lugar.

"Esta medalla es un doble honor", afirmó. "Hoy la supuesta 'vergüenza de su familia' mostró que es una persona que puede dar el ejemplo y dejarnos a todos orgullosos y queriendo seguir su camino".

En medio de la calle el padre de la judoca, Luiz Carlos do Rosario Silva, reflexiona tratando de dar un sentido a todo lo que ocurrió.

"Esto es mucho, ¿no? En 2012 la trataron de 'mono'. Pero en 2013 se convirtió en la primera brasileña campeona del mundo. Ahora ganó la medalla olímpica, la medalla de campeona", comentó este hombre de 53 años que vestía una camiseta de la selección brasileña de fútbol y un gorro que llevaba el nombre de su hija.

La medalla de oro y la ola de protagonismo de Rafaela en los medios no ayudan a aliviar la dura vida de los habitantes de la Ciudad de Dios.

A poca distancia de donde su familia agradecía los saludos de los simpatizantes había un traficante de droga, armado. Por ahí también corre uno de los ríos de aguas servidas que atraviesan Rio, donde millones de personas aún tienen sistemas primitivos de cloacas.

El martes por la noche, un bus que transportaba periodistas que cubren los Juegos Olímpicos fue apedreado cuando pasaba cerca de la favela. La policía está investigando el incidente.

Escapar a esa vida es un logro en sí mismo para Rafaela Silva. Derrotar a sus propios demonios tras perder en Londres fue otro aún mayor.

Entonces quedó tan devastada moralmente que pasó "tres meses sin judo", recordó su padre. "Se pasaba todo el tiempo en casa, acostada".

"No fue la derrota lo que la afectó, fue el racismo. Fueron los comentarios racistas que la gente puso en internet lo que la lastimó", explicó. "No quería mirar la computadora por miedo a ver cosas horribles escritas sobre ella".

Otro residente de la Ciudad de Dios, Atiliane Caetano Vicente, de 32 años, dijo que el éxito de Rafaela traerá cambios profundos.

"Ya cambió las cosas, especialmente para los niños, que se pueden inspirar en su victoria", apuntó. "Es maravilloso lo que hizo, el ejemplo que da con su historia".

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