Champions, Real Madrid 4-0 Copenhague: El trivote de Ancelotti silencia las críticas pero no a los aficionados daneses

    • Una temporada más, el centro de Madrid volvió a acoger a gente de todos los puntos de la capital y a miles de daneses con una fe que mueve montañas.
    • Los bares, atestados de gente como siempre, se llenaron de discusiones a las que Ancelotti puso fin con un trivote y sin Morata.

Dice Joaquín Sabina en una de sus canciones que son 'ambiguas' las horas que mezclan al 'borracho y al madrugador'. Algo así pasó en el Paseo de la Castellana este miércoles por primera vez. Allí se mezclaron, no borrachos y madrugadores, sino trabajadores y aficionados al fútbol. Entre ellos, también multitud de daneses, que lideraban la legión extranjera, de la que también eran partícipes alemanes, ingleses y, por supuesto, chinos; que 'siempre están de vacaciones'.

Por los alrededores del Bernabéu se volvieron a oír un día entre semana frases como '¿Cuántas entradas quieres?' (propia de los reventas) o 'una pena que no me avisaras diez minutos antes', muy propia de aquellos afortunados que cuentan con invitaciones para los partidos y que triunfan tanto entre los amigos a los que regalan los tickets como fracasan entre aquellos a los que han dejado con la miel en los labios.

La última vez que un martes o un miércoles Madrid se disfrazó de Europa, la afición blanca acabó con la sensación de que la Décima se les había escapado. A punto estuvo el equipo blanco de remontar ante el Dortmund en la vuelta de semifinales.

Por aquel entonces, apenas se oían en las calles y en los bares discusiones entre aficionados que tuvieran que ver con la táctica o la alineación. El blanco de la ira de la parroquia blanca era José Mourinho. Ahora Ancelotti comparte centro de críticas junto a nombres concretos como Coentrao o Benzema. Sobre ellos versaban la mayoría de las conversaciones que se podían escuchar cerca del estadio una hora antes del encuentro.

Todo pasó cuando la gente entró en el estadio y escuchó el once inicial. Antes de que pudiera emitir crítica alguna, los jugadores ya estaban saliendo por el túnes y el himno de la Champions -precedido, claro, por el del Real Madrid y el aria Nessum Dorma- sonando a todo trapo. Los bellos volvían a tensarse y no por el frío, sino por la emoción. Incluso los de los dos mil aficionados daneses que no se cansaron de animar durante las tres horas que duró su partido (entraron al estadio sesenta minutos antes de que echara el balón a rodar).

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