China, feliz de perder su supremacía en el ping pong

  • Los Mundiales de Tenis de Mesa recién finalizados en París acabaron con 10 años de hegemonía absoluta de China, que por primera vez desde 2003 no se ha llevado los cinco oros en juego sino sólo tres: un hecho que, sorprendentemente, se ve como algo positivo en el país donde el ping pong es el deporte rey.

Antonio Broto

Pekín, 24 may.- Los Mundiales de Tenis de Mesa recién finalizados en París acabaron con 10 años de hegemonía absoluta de China, que por primera vez desde 2003 no se ha llevado los cinco oros en juego sino sólo tres: un hecho que, sorprendentemente, se ve como algo positivo en el país donde el ping pong es el deporte rey.

Taiwán ganó en el dobles masculino el primer oro de su historia en el deporte y Corea del Norte, en el mixto, conseguía su primer triunfo en 36 años, dos resultados históricos para ambos países asiáticos y que a China en cambio le dejaron con su peor cosecha en 20 años.

Sin embargo, la palabra "fracaso" no suena ni entre aficionados, ni entre directivos, ni en la prensa deportiva de China, que se ha centrado en celebrar especialmente el oro individual masculino de Zhang Jike, el único jugador de la historia que ha sido a la vez campeón olímpico, mundial y de la Copa del Mundo.

Su compatriota Li Xiaoxia, oro en Londres 2012, se llevó la victoria en el individual femenino, y junto a su compañera Guo Yue ganó por tercer mundial consecutivo el título de dobles en féminas.

La federación nacional china de ping pong no parece preocupada por un posible bajón de nivel del equipo nacional, y el entrenador del equipo chino, Liu Guoliang, ha llegado a decir a la prensa que China "se sintió muy relajada al perder dos de los cinco títulos mundiales".

"Es importante reducir la distancia entre China y otros países", destacó Liu, quien ha tenido incluso que desmentir acusaciones de que las parejas de dobles chinas se dejaron ganar para no copar otra vez todos los oros.

China, un país donde este deporte se juega a cualquier edad por decenas de millones de personas, lleva de hecho años preocupada por ganar tanto, algo que a la larga podría hacer peligrar al tenis de mesa como disciplina en los Juegos Olímpicos, donde China ha ganado 24 de los 28 oros disputados desde su introducción en Barcelona 92.

El Comité Olímpico Internacional ya alertó a este deporte al eliminar tras Atenas 2004 los torneos de dobles masculino y femenino (aunque los sustituyó por torneos de equipo), y la expulsión del béisbol después de Pekín 2008 indica que los deportes menos universales (por ejemplo, los dominados por un país o unos pocos) han de esforzarse por cambiar si quieren continuidad.

También hay inquietud en China por el hecho de que lograr algo que cualquier país soñaría en cualquier deporte -ganar todos los oros mundiales y olímpicos durante años- mate la afición en China, donde el número de espectadores y practicantes del deporte nacional parece reducirse ante disciplinas más comercializadas como el fútbol o el baloncesto.

Más teniendo en cuenta que en ocasiones los mundiales y Juegos Olímpicos parecen convertirse en torneos nacionales chinos, donde incluso las mejores raquetas de naciones de Europa, América o África son en realidad chinos emigrados, como es el caso de Shen Yafei y He Zhiwen en el equipo español.

"China ha dejado de estar enamorada de este deporte", llegó a señalar la prensa deportiva durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012, donde se detectó un menor apoyo chino en las gradas londinenses respecto a anteriores Olimpiadas y menos audiencia en las televisiones del país asiático.

El tenis de mesa nació en Reino Unido en el siglo XIX, frente a la errónea idea de que lo inventaron los chinos y lo bautizaron con el nombre de ping pong (que, aunque suene a mandarín, es en realidad una onomatopeya del ruido de la pelota al golpear la mesa).

Fue uno de los pocos deportes en los que la China aislada del maoísmo compitió internacionalmente (su primer oro en unos Mundiales es de 1959), y también la excusa usada para acercarse en los años 70 al gran rival, Estados Unidos, con la famosa "diplomacia del ping pong".

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