Courtois y Lukaku pasan desapercibidos frente a la luz de un joven de 18 años

  • Romelu Lukaku pasó desapercibido en la victoria de Bélgica frente a Rusia por 1-0 y se hartó de esperar una asistencia de gol que nunca llegó, siempre solo, muy cerca de la portería contraria.

Aitor Álvarez García

Río de Janeiro, 22 jun.- Romelu Lukaku pasó desapercibido en la victoria de Bélgica frente a Rusia por 1-0 y se hartó de esperar una asistencia de gol que nunca llegó, siempre solo, muy cerca de la portería contraria.

Lukaku se movió tranquilo y estuvo poco participativo. Su misión era hacer goles y confirmar el papel de equipo superior que tenía su selección, pero eso nunca ocurrió. Ni siquiera pareció que fuera a ocurrir en algún momento.

El "nueve" belga, de ascendencia congoleña por parte de padre, daba ánimos constantemente a sus jugadores. Bélgica es primera de su grupo y la victoria le sirve para conseguir la clasificación matemática a octavos de final. Lukaku estaba destinado a ser el culpable de esa victoria.

El actual jugador del Chelsea, que el Atlético de Madrid confía en fichar próximamente para sustituir a Diego Costa, se quejaba en Twitter, al principio de esta temporada, de que en la Playstation "lo hicieron lento", algo que hoy no tuvo oportunidad de rebatir en ningún momento.

Con sus casi dos metros de altura Lukaku se movía de un lado a otro, siempre cerca del guardameta Akinfeev, que le observaba con temor. Su juego pasó desapercibido, pero él no.

Esperaba una oportunidad que nunca llegó, porque en el minuto 57 el técnico Marc Wilmots decidió sustituirlo por Origi, ante la urgencia del equipo de conseguir aire fresco para marcar frente a los rusos cuanto antes. Y así fue. El delantero del Lille consiguió, a sus 18 años, el gol que daba la victoria a Bélgica a dos minutos del final.

Lo que no le preocupaba tanto al entrenador belga era la defensa de la portería. Thibaut Courtois, impecable, aguantó el poco peligro que presentó Rusia, que se intensificó un poco en la segunda mitad. También aguantó el sol, que pegó fuerte en Maracaná durante todo el partido.

Pese a haber llegado ya el invierno, el guardameta belga comprobó que este es muy diferente al de su país. Era el primer partido que se jugaba en el estadio de Río de Janeiro en el horario más tempranero del Mundial, a la una de la tarde.

El jugador del Atlético de Madrid cedido por el Chelsea, de tan solo 22 años, se mostró seguro bajo los palos, algo a lo que ha tenido acostumbrados a los aficionados colchoneros en el estadio Vicente Calderón durante la pasada temporada.

Dio indicaciones a sus defensas constantemente y transmitió seguridad a su equipo. Con sus botas de color amarillo fluorescente, sus guantes negros y su botella de agua siempre cerca de él, hizo su trabajo y no se permitió conceder ninguna ventaja a los rusos, que en algún momento se llegaron a venir arriba, aunque sin mostrar más peligro de la cuenta.

Lo que está claro es que el Bélgica-Rusia de hoy en Maracaná no será recordado por la actuación de Lukaku o Courtois, sino de un casi adolescente de 18 años que consiguió la clasificación su equipo.

Divock Origi fue el talismán, mientras Lukaku ya estaba en el banquillo y Courtois lo celebraba desde la otra punta del terreno de juego, satisfecho por haber debutado con victoria en el Maracaná, sede de la final del Mundial, a la que Bélgica sueña con llegar.

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