Deportistas de riesgo de 'alto standing'

  • ¿Qué tienen en común el dueño de Virgin, Richard Branson, el empresario y noble Álvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada y el reciente campeón del Dakar Nasser Saleh Al-Attiyah? Su amor por el deporte y la aventura, que los ha llevado a jugarse la vida, una vida más o menos asegurada (su nivel de riqueza o de ingresos es muy variable), practicando deportes muy arriesgados.
Álvaro de Marichalar dice que el dopaje "es lo más peligroso y antideportivo"
Álvaro de Marichalar dice que el dopaje "es lo más peligroso y antideportivo"
Jorge Ramírez Orsikowsky
Jorge Ramírez Orsikowsky

Al Attiyah tiene el título de príncipe de Qatar, mucho dinero y dos aficiones deportivas. Empezando por la menos peligrosa, es tirador olímpico. No es raro ver a miembros de la realeza participar en los Juegos. En España tenemos al Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón (vela, JJOO de Barcelona 92), en Mónaco está el Príncipe Alberto II, que participó en todos los Juegos de invierno de 1988 a 2002 en el equipo de bobsleigh, así que no tiene que sorprender que el qatarí representara a su país en Atenas 96, Sydney 00 y Atenas 04 y que rozase la medalla de bronce.

Su segunda afición, mucho más conocida, si es más extraño encontrarla en una persona de su condición: es piloto de rallies. Al Attiyah lleva años dejando a un lado las comodidades de su palacio para enfrentarse a las dunas y las piedras del desiertoal volante de un coche. Hace unos días, a sus 40 años, derrotó al madrileño Carlos Sainz en el Dakar; en 2009 se invirtieron sus posiciones. Al Attiyah bromea con los otros pilotos, va sin afeitar y sudoroso como todos, pasa las mismas calamidades.. Es uno más a pesar de ser príncipe.

Las carreras a veces son como una ruleta rusa. En el Dakar son muchos los pilotos que han perdido la vida, y esto se puede ampliar a otras modalidades del motor como la Fórmula 1. El Marqués de Portazgo, un noble español descendiente del conquistador Cabeza de Vaca (descubridor de Florida), llegó a pilotar para Ferrari y perdió la vida en un terrible accidente al volante de su bólido en 1957, con sólo 28 años de edad.

Paul Newman, fallecido en 2008, también dedicó al deporte de riesgo parte de su tiempo libre. Fue el piloto más veterano (¡70 años!) que participó en las 24 horas de Daytona en el equipo ganador, un récord digno de un guión de Hollywood. El ganador de dos Oscar se aficionó a las carreras de coches durante el rodaje de la película Winning, en 1968, y durante décadas se jugó el tipo al volante, con mucho éxito, por cierto, porque ganó carreras y campeonatos en la Fórmula Nissan. En 1979 fue segundo en las 24 horas de Lemans en un Porsche 935.

Álvaro Marichalar cruza océanos por una buena causa

Cambio de deporte y de máquina, pero con los mismos riesgos. El navarro Álvaro de Marichalar, miembro de la nobleza, asegura que no cruza mares embravecidos pilotando una moto acuática por experimentar un subidón de adrenalina. "No me mueve la sobredosis de adrenalina ni ninguna otra". A este empresario y aventurero español de 49 años, socio fundador de Zonzoo (empresa que paga por móviles usados), le guían otras motivaciones en sus expediciones marítimas.

"Busco vivencias personales que pueda compartir con otras personas. También quiero transmitir valores como el sacrificio y la superación personal", comenta Marichalar a lainformacion.com, y añade otras razones: "Conseguir récords del mundo de navegación en solitario para España (suma 11), encontrar motivación para trabajar en el océano de cemento que es Madrid y también razones humanitarias". Marichalar relata sus experiencias en libros y documentales (de National Geographic, por ejemplo) y resalta que ayuda a ONG's con el dinero de la venta de sus libros y lo que le pagan por los documentales y por dar conferencias.

Hasta el momento, ha realizado 38 expediciones para conmemorar acontecimientos de la historia española como el quinto centenario del cuarto y último viaje de Cristóbal Colón, por el que partió de Roma y llegó a Nueva York tras cruzar el Atlántico, en 2002, sobre una moto acuática de 2,5 metros de eslora y de nombre Numancia.

Álvaro resalta el hecho de lo arriesgado de sus empresas porque en 35 de sus expediciones fue completamente solo y únicamente en tres llevaba un barco de asistencia a 30 kilómetros de distancia. "Por supuesto, cumplo unas medidas de seguridad. Llevo el chaleco, una radio, una baliza...". El navegante asegura que no tiene la vida resuelta ("tengo que trabajar") y que costea sus expediciones con parte de los ahorros que consigue con sus empresas. También tiene patrocinadores, pero sólo acepta su ayuda económica si tiene éxito y cumple sus objetivos.

Branson, multimillonario y aventurero por mar y aire

El presidente del grupo Virgin, Sir Richard Branson, aparece en la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo, con un patrimonio de más de 4.000 millones de dólares. Dinero no le falta y ha invertido una buena cantidad en costear sus aventuras deportivas a la búsqueda de récords mundiales.

Sus inicios no fueron tan prometedores como en su vida profesional. Naufragó en 1985 con el Virgin Atlantic Challenger y tuvo que ser rescatado por las fuerzas aéreas inglesas. Un año después, logró su objetivo de cruzar el Atlántico a bordo del Virgin Atlantic II.

Tras triunfar por mar, decidió batir récords por aire. En 1987 cruzó el Atlántico antes que nadie en un globo de aire caliente, el Virgin Atlantic Flyer. Otro de sus hitos fue cruzar el Pacífico en otro globo. Tras cada éxito, idea una nueva aventura.

 

Branson no es el único millonario que arriesga su vida. Uno de sus amigos, Steve Fossett, dio vueltas al mundo en globo, catamarán, aeroplano... Sin embargo, su hobby le costó muy caro. El 3 de septiembre de 2007 desapareció cuando pilotaba un avión monomotor sobre el desierto de Nevada. Cinco meses de infructuosas búsquedas después, le dieron por muerto. En octubre de 2008 se encontraron los restos de su avioneta en California y se identificaron sus restos. Y es que la muerte no respeta a nadie y jugarse la vida haciendo deporte es peligroso para cualquiera, con independencia de su status económico.

 

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