EEUU-Alemania, la tentación de empatar y el fantasma de la vergüenza de Gijón

  • Las selecciones de Estados Unidos y Alemania llegan a su último partido de la fase de grupos en una situación -a ambos equipos les basta un empate para pasar a octavos- que recuerda uno de los momentos más negros de la historia del fútbol que se recuerda como la vergüenza de Gijón.

Rodrigo Zuleta

Berlín, 23 jun.- Las selecciones de Estados Unidos y Alemania llegan a su último partido de la fase de grupos en una situación -a ambos equipos les basta un empate para pasar a octavos- que recuerda uno de los momentos más negros de la historia del fútbol que se recuerda como la vergüenza de Gijón.

La situación de ahora se parece a la de entonces en la medida en que hay un resultado que favorece a los dos equipos lo que ya días antes del partido da pie para todo tipo de conjeturas.

Los hechos que se conocen como la vergüenza de Gijón ocurrieron durante el Mundial de España, el 25 de junio de 1982 en el último partido de la fase de grupos que enfrentaba a Alemania y Austria.

Alemania -que había perdido contra Argelia- necesitaba ganar para pasar a la siguiente ronda. A Austria le bastaba el empate y podía permitirse incluso una derrota por dos goles o menos, un resultado que clasificaba a los dos equipos y dejaba a los argelinos en la cuneta por la diferencia de goles.

El partido empezó con gran agresividad de parte de Alemania que se fue en ventaja en el minuto 11 por intermedio de Horst Hrubesch. A partir de ese momento, los equipos perdieron todo interés por la ofensiva y se dedicaron a mover el balón de forma inocua en el centro del campo.

El comentarista de la televisión austríaca, Robert Seeger, se declaró avergonzando durante la retransmisión del partido e invitó a los televidentes a que apagasen sus televisores.

El comentarista de la Primera Cadena de la Televisión Alemana (ARD), Eberhard Stanjek, calificó el partido de vergonzoso y en las tribunas aficionados argelinos enseñaban indignados manojos de billetes para indicar que el partido estaba siendo manipulado.

El partido suele ser recordado periódicamente y los protagonistas de entonces han dado diversas versiones, y diversas explicaciones, de lo ocurrido.

Paul Breitner, por ejemplo, dijo en un debate televisivo en 2006 que el comportamiento de los jugadores había estado dentro de lo normal. Todo equipo tiende, en un determinado momento, a administrar un resultado que le conviene. Los austríacos y alemanes empezaron antes de lo habitual a hacerlo.

Algunos hablan de un acuerdo entre algunos jugadores de ambos equipos en el descanso, otros sólo de un pacto tácito que, en vista de que el resultado les favorecía a los dos, no requería mayores discusiones.

El delantero austríaco Hans Krankl, en unas declaraciones que suelen ser citadas cada vez que se habla de aquel partido, ha tratado de conciliar todas las versiones en una sola.

"No había nada acordado, pero no queríamos esforzarnos demasiado, no estábamos en buena forma", dijo Krankl.

"Los alemanes tenían que ganar, tampoco estaban bien. Tenían miedo y de pronto Hrubesch hizo el 1-0. Estaban dichosos. No sabían que nosotros estábamos físicamente liquidados", explicó el delantero.

En medio de esa constelación, según Krankl, Breitner abordó a algunos jugadores austríacos en la pausa.

"Ahora no iréis a marcar el empate, nos dijo. Nosotros pasamos, vosotros pasáis, el asunto está liquidado. Dijimos que estábamos de acuerdo. Entiendo que la gente en el estadio estuviera cabreada", dijo el goleador austríaco.

Argelia había derrotado a Chile un día antes por 3-2 y eso le permitía a austríacos y alemanes saber el resultado que necesitaban para superar la fase de grupos sin hacerse daño mutuamente.

Después de aquel Mundial, se optó porque los partidos de la última jornada de la fase de grupos se jugarán simultáneamente, para reducir la posibilidad de que se repitieran situaciones parecidas.

No obstante, en esta ocasión esa previsión sirve de poco. A estadounidenses y alemanes les vale el empate al margen de lo que hagan en el otro partido Ghana y Portugal, lo que pone otra vez en el horizonte la tentación de un pacto de no agresión.

El morbo aumenta si piensa en la relación personal que hay entre los dos seleccionadores, Jürgen Klinsmann y Joachim Löw. Löw sucedió a Klinsmann al frente de la selección alemana después del Mundial de 2006 y antes había sido su asistente, Klinsmann lo había elegido porque aseguraba poder confiar en él ciegamente.

Se trataba de una cuestión personal. Ahora los dos se vuelven a ver las caras con la posibilidad de dejar el campo con ambos con los objetivos logrados.

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