El agridulce estreno de De Gea como 'red devil'

David de Gea ha protagonizado uno de los traspasos más sonados del mercado de fichajes de este verano. Fue el elegido por Sir Alex Ferguson para ocupar el hueco que dejaba en la portería de Old Trafford Van der Saar tras su retirada, y el ex colchonero aceptó el reto. El desafío es grande, porque llega para ser el guardameta titular del mejor equipo de Inglaterra, subcampeón de la Champions League, y un aspirante a todos los títulos cada temporada.

Él no dudó, y dejó la que había sido su casa desde niño para embarcarse en una aventura en la que va a tener que pelear con los mejores delanteros del mundo, pero también con todos aquellos que le van a echar en cara los más de veinte millones de euros que ha pagado el United por él. Con su actuación ante el Manchester City les ha dado motivos para que "salten"…

Wembley fue el escenario de su debut oficial como 'diablo', un escenario inmejorable y una cita de importancia. De Gea es de esa clase de deportistas que saben disputar las finales, como ha demostrado con el Atlético de Madrid y con la Selección sub'21, que no se ponen nerviosos en esos momentos y compite, pero también, cada cierto tiempo, regala alguna pifia. Es la eterna injusticia del portero: cuando fallan ellos, se nota mucho más. Y en los dos goles del City, De Gea no estuvo acertado.

El buen trabajo realizado por el equipo de Ferguson durante un gran tramo de la primera parte se fue al traste con una falta lateral. Silva, el genio canario que hace las delicias de los aficionados del City, centró al área y Lescott se impuso a los centrales del United y a un De Gea que se quedó a media salida y cedió la verticalidad muy pronto. Aunque la culpa del gol se tendría que repartir, las cámaras apuntaron al portero.

Sucedió lo mismo pocos minutos después, aunque en esta ocasión con más motivo. Dzeko, desde más de veinte metros y centrado a la portería, marcó el segundo tanto de su equipo con un disparo ante el que tardó mucho en reaccionar el guardameta español. Era el 2-0, y por el estadio londinense recorrió la sensación de que el título tenía dueño, el City de Mancini, y había un protagonista (desgraciado), David De Gea.

Ferguson no le señaló

Ferguson ha demostrado a lo largo de todos sus años al frente del United que es un gran maestro formando jugadores jóvenes. Sabe cómo dar confianza, cómo conseguir que sus futbolistas más 'imberbes' no teman los fallos y sus consecuencias. Y lo hace mediante gestos como los cambios en el descanso, cuando dejó en el vestuario a los dos centrales titulares, Vidic y Ferguson. Fue un mensaje: los culpables del resultado son ellos.

Las sustituciones también sirvieron para que el United volviera a ser el dominador del choque y empatar el marcador con un gol de Smalling y una obra de arte en forma de jugada colectiva que materializó Nani. De Gea no acusó el golpe moral que debían haberle supuesto sus fallos, y también contribuyó con una excepcional parada tras un duro y complicado partido de Adam Johnson, o con una buena mano tras un cabezazo de Richards.

Y el tándem Nani-Kompany terminaron de redimirle

Para que la épica estuviera completa, para que la historia fuera redonda, faltaba un gol más. Llegó, y para más dolor del City, en los minutos de descuento, cuando ya se vislumbraban los penaltis, y nació de un error imperdonable de Kompany. El belga se confió a la hora de hacer un despeje siendo el último defensa, Nani le robó la cartera, encaró a Hart, y cogió con las dos manos la Community Shield. Un título más para Ferguson y el primero para De Gea como 'diablo'. Un estreno agridulce, pero nunca los comienzos han sido fáciles.