El asalto al palco del Racing refleja la situación de abandono del club

  • La invasión del palco del Racing que se produjo anoche, durante el partido de Copa del Rey entre el club cántabro y el Almería, fue un hecho insólito que refleja el abandono que padece la entidad por parte de unos dirigentes a los que aficionados e instituciones han dado la espalda.

Raúl González Rumayor

Santander, 9 ene.- La invasión del palco del Racing que se produjo anoche, durante el partido de Copa del Rey entre el club cántabro y el Almería, fue un hecho insólito que refleja el abandono que padece la entidad por parte de unos dirigentes a los que aficionados e instituciones han dado la espalda.

El presidente del Racing de Santander, Ángel Lavín, conocido como "Harry", es el blanco de las iras de la afición del Racing desde que accedió al cargo para sustituir a Francisco Pernía, quien sigue moviendo los hilos desde la sombra.

Mientras en lo deportivo el Racing ha pasado, en apenas cinco años, de jugar la UEFA a verse hundido en Segunda B, en lo extradeportivo el club ha perdido todo el apoyo institucional con el que contaba y buena parte de su respaldo social. Todo ello por el empeño de Lavín en permanecer en el cargo y por los reiterados incumplimientos de sus compromisos de pago a los acreedores, incluidos los futbolistas.

El Racing ha vivido en 2013, año en el que "celebraba" su centenario, el periodo más tormentoso de su historia, con Lavín como principal protagonista que ha permanecido impasible ante el clamor popular que pedía su marcha del club.

Tras salir el Racing del concurso de acreedores en el que estuvo inmerso desde julio de 2011 a julio de 2012, Lavín se hizo con el control absoluto de la entidad y se adjudicó un salario en la última y convulsa junta general de accionistas de diciembre de 2012, en la que trató infructuosamente de vetar la presencia de los medios de comunicación.

Desde entonces el descontento generalizado ha llegado al paroxismo, incluidos los futbolistas y los empleados del club.

Entre expedientes de regulación de empleo, impagos de todo tipo y numerosos litigios judiciales, el Racing ha pasado un año marcado por la conflictividad laboral y judicial y la esperanza de una afición que se resiste a aceptar que la situación pueda llevar a la desaparición de este club histórico del fútbol español.

Las últimas decisiones judiciales han determinado, por un lado, que el empresario Ahsan Ali Syed (WGA) devuelva a Jacobo Montalvo (Dumviro) las acciones que éste le vendió y el indio no pagó; y, por otro, el nombramiento de un administrador judicial, pero sin apartar de sus funciones al consejo de administración.

Esta última medida, adoptada a mediados del pasado mes de diciembre, fue un jarro de agua fría para todo el racinguismo que confiaba en que Lavín tenía las horas contadas como presidente del Racing.

Y, en las últimas semanas, la situación se ha complicado porque se está agotando la paciencia de jugadores y técnicos que llevan varios meses sin cobrar. Algunos, como los futbolistas Agustín y Nieto han pedido la baja para aprovechar la apertura del mercado de invierno, pero el club ni se la ha concedido ni les ha pagado aún.

Durante las Navidades, Lavín se comprometió a hacer frente a los pagos que les adeuda antes de finalizar el año. No fue más que otro de los compromisos a los que el polémico dirigente no ha hecho frente.

Así se llegó al partido de anoche y los jugadores, que han permanecido pacientes y comprometidos (el equipo es líder de su grupo de Segunda B y sigue vivo en la Copa del Rey), aprovecharon el televisado duelo copero ante el Almería, para realizar un acto de protesta por los impagos.

Previo pacto con los rivales, los futbolistas del Racing se quedaron parados tras el pitido inicial viendo como los futbolistas del Almería se pasaban el balón hasta que lo echaron fuera. Veinte segundos en los que el público pasó de la sorpresa inicial a vitorear a los futbolistas y volverse contra el palco al ya habitual grito de "¡Fuera chorizos del Sardinero!".

La situación se complicó, poco después de comenzar la segunda parte, cuando cerca de un centenar de aficionados abandonó su ubicación tras una de las porterías para llegar a la tribuna.

Una vez allí, un grupo de ellos superó la barrera de la seguridad privada e invadió el palco intentado agredir a Lavín, bajo una lluvia de objetos y esputos que también alcanzaron a los dirigentes del Almería que allí se encontraban, encabezados por su presidente, Alfonso García.

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