Fue un 3 de diciembre de 2009. Se jugaba la quinta jornada de la Europa League y el Athletic de Bilbao visitaba al Austria Viena en la capital austriaca. Los locales no tenían opciones de clasificación, mientras los leones peleaban por el primer puesto del grupo L.
El partido discurría por los trámites normales cuando el árbitro tuvo que detener el partido al comienzo de la segunda mitad por el humo provocado por varias bengalas. El choque se reanudó, pero solo para ser detenido cuando se alcanzaba la hora de juego.
A los ultras austríacos no les hizo gracia la derrota y saltaron al terreno de juego, obligando a los jugadores españoles y al trío arbitral a retirarse al vestuario. Un batallón de cincuenta policías salió a hacerles frente y los propios jugadores del Austria Viena intentaron convencer a los radicales de que volvieran a la grada.
La protesta de los ultras de ideología nazi duró casi media hora, tras lo que se reanudó el encuentro, que terminó con victoria rojiblanca por 0-3, lo que le dio la clasificación automática para la siguiente fase.
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