El atletismo chino, un gigante todavía dormido

  • China, un país con un enorme potencial que todavía no ha explotado en el atletismo, el deporte principal de los Juegos Olímpicos, espera aprovechar el Mundial que organiza desde este sábado 22 al domingo 30 para continuar su progresión, en vistas de su eclosión definitiva.

Para ello va contando cada vez más con entrenadores extranjeros para tratar de superar la realidad de unas cifras sorprendentemente pobres para un gigante de su magnitud: la cosecha del atletismo chino en Londres-2012 fue de seis medallas (un oro, una plata, cuatro bronces).

Una gota en el océano del balance olímpico del país que quedó segundo en el medallero final, con 88 medallas (38 oros, 27 platas, 23 bronces).

Otro dato que indica claramente que queda mucho camino por recorrer: las figuras emblemáticas del atletismo chino han sido muy pocas en la historia, con contadas excepciones como Ni Chi Chin y Zhu Jianhua en el salto de altura o Liu Xiang, campeón olímpico en Atenas-2004 y explusmarquista mundial de 110 metros vallas, que se retiró oficialmente el pasado mes de abril.

Desde la creación oficial del Mundial de atletismo en 1983, China, un país de 1.400 millones de habitantes, nunca ha conseguido situar a ningún representante, ni hombre ni mujer, en una final de las pruebas de velocidad. Ninguno en 14 ediciones de los 100, 200 y 400 metros.

Los fondistas chinos tuvieron un momento de protagonismo en 1993. Una edad de oro que muchos prefieren olvidar, donde los títulos y los récords del mundo no pueden ocultar las grandes sospechas sobre el "el ejército de Ma" Juren, el controvertido entrenador que decía reforzar a sus atletas con una bebida a base de sangre de tortuga.

Ante los malos datos, las autoridades chinas decidieron afrontar el reto de frente y desde hace varios años el país ha recurrido a talentos extranjeros para preparar a sus jóvenes promesas y acelerar su progresión.

Así ocurre en el salto de longitud y el triple salto, con la contratación del estadounidense Randy Huntington, exentrenador de Mike Powell, plusmarquista mundial de longitud (8,95 metros).

También con el salto con pértiga con el francés Damien Inocencio, exentrenador del plusmarquista mundial y campeón olímpico Renaud Lavillenie.

"En 2011, los chinos vinieron a vernos a Clermont. No comprendían cómo un chico de 1,76 metros como Renaud podía superar los 6 metros cuando sus pertiguistas de 1,90 metros estaban lejos de ello", recuerda Inocencio, que desde 2014 es el entrenador jefe de pértiga del equipo nacional chino.

"Hay que transmitirles una pasión, ya que los atletas chinos no tienen la cultura del atletismo que podemos tener en Europa o en Estados Unidos", explica.

"Mi trabajo es por lo tanto dar a China las claves para que en diez años sean muy buenos. Hay una voluntad real de conseguir buenos resultados en los Juegos Olímpicos. El Mundial de Pekín nos llega demasiado pronto", apunta.

La internacionalización y el impulso del atletismo chino ha comenzado ya y en unos años puede haber una nueva potencia.

El italiano Renato Canova, de 70 años, se ocupa del medio fondo. Otro italiano, Sandro Damilano, de la marcha.

Los lanzadores de jabalina cuentan con los consejos del alemán Uwe Hohn. Un compatriota suyo asesora también a los lanzadores de bala.

Los saltadores de altura chinos han efectuado concentraciones de entrenamiento en Estados Unidos y empiezan a llegar resultados: Guowei Zhang ha conseguido la segunda mejor marca de lo que va de año (2,38 metros) y ganó en junio en la reunión de la Liga de Diamante de Oslo.

Sólo las pruebas de esprint parecen todavía dominadas por los entrenadores chinos, pero los resultados también han ido mejorando.

Su Bingtian rebajó el récord de China de los 100 metros hasta los 9 segundos y 99 centésimas, el pasado mes de mayo en Eugene (Estados Unidos). Se convirtió así en el primer chino en bajar de la barrera simbólica de los 10 segundos.

fbr/dr/jt

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