El corazón de Río de Janeiro sufre con el empate entre Brasil y México

  • La Fiesta del Alzirão de Río de Janeiro reunió hoy a unos 3.000 aficionados de la "canarinha", que sufrieron con el empate entre Brasil y México frente a una pantalla gigante montada en el barrio de Tijuca, en el corazón de la ciudad.

Aitor Álvarez García

Río de Janeiro, 17 jun.- La Fiesta del Alzirão de Río de Janeiro reunió hoy a unos 3.000 aficionados de la "canarinha", que sufrieron con el empate entre Brasil y México frente a una pantalla gigante montada en el barrio de Tijuca, en el corazón de la ciudad.

El evento, que se celebra desde el Mundial de Argentina de 1978, se convierte, durante cada partido que juega la selección nacional en un Mundial, en una oda al fútbol y a la patria brasileña y absolutamente todo el mundo va vestido de amarillo y verde.

Además, la calle Alzira, que se cierra al tráfico para la ocasión, se engalana con adornos del color de la bandera del país, y grupos de música diversos animan al personal antes y después del partido final. Huele a Carnaval y a fútbol a partes iguales.

La de hoy fue una fiesta que no acabó de ser completa, en parte por culpa del portero de la selección mexicana, Guillermo Ochoa, que lo paró todo. Consiguió mantener su portería a cero y permitió a su equipo conseguir el empate, sin goles, algo que es un fracaso para Brasil.

La pantalla de 24 metros cuadrados retransmitía cómo Neymar y compañía no podían con México y la reacción en la calle era de preocupación. Bastaba con fijarse en las caras de los brasileños allí reunidos, que se quedaron sin uñas de tanto sufrir.

La mayoría de ellos son vecinos de Tijuca, barrio popular de la Zona Norte de Río de Janeiro en el corazón de la ciudad. Sus habitantes son principalmente familias de clase media.

El Alzirão fue motivo de polémica durante las semanas previas al inicio del Mundial debido a que la FIFA supuestamente pedía a los organizadores de la fiesta el pago de 28.000 reales (unos 12.000 dólares) en concepto de derechos de imagen.

Finalmente no se ha pagado ninguna cantidad, pero la institución organizadora del Mundial prohíbe la utilización de expresiones como "Copa del Mundo" o, sencillamente, "Copa".

La tradición de emitir los partidos en el Alzirão comenzó como una pequeña reunión de barrio, en la que los vecinos se juntaban en frente de un pequeño televisor.

Ha crecido paulatinamente hasta competir en tamaño y ambiente con el "FIFA Fan Fest" instalado en la playa de Copacabana, que cuenta con una pantalla mayor y el apoyo económico de la máxima institución del fútbol del mundo.

Los organizadores aseguran que en el pasado Mundial, celebrado en Suráfrica, pasaron por el Alzirao 150.000 personas en los cinco partidos que Brasil disputó, hasta que fue eliminado por Holanda (2-1) en cuartos de final. Este año esperan batir récords.

Precisamente en 2010 una de las grandes atracciones de la fiesta fue la presencia de Neymar, que se acercó a animar a la selección nacional. Aún tenía 18 años y se quedó fuera de la convocatoria de Dunga. Hoy, con 22, es el líder del equipo comandado por Luiz Felipe Scolari y la mayor esperanza de los brasileños para conseguir el sexto título Mundial de su historia.

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