El dopaje en Rusia convulsionó el atletismo en la recta final hacia Rio

  • ¿Estarán los atletas rusos en los Juegos Olímpicos de Rio-2016? La pregunta, en el aire, sobrevuela desde mediados de noviembre el deporte mundial, después de que la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) suspendiera a la Federación Rusa (ARAF) por "dopaje organizado".

El día en el que el mundo quedó convulsionado por los atentados del 13 de noviembre en París, el deporte conocía la suspensión de los atletas rusos, con 22 votos a favor y 1 en contra en el Consejo de la IAAF, después del informe de una comisión de investigación independiente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).

La propia AMA ya había sido clara: Rusia debía ser suspendida de toda competición en el atletismo mientras no demuestre su capacidad para luchar contra el dopaje.

"¿Por qué deportistas como yo, deportistas limpios, deberían pagar por aquellos que han llevado a cabo prácticas deshonestas?", se preguntó la 'zarina de la pértiga' Yelena Isinbayeva, oro olímpico en 2004 y 2008, además de bronce en 2012, en una conferencia de prensa en la que participaron también el campeón mundial de 110 metros vallas Sergey Shubenkov y la saltadora de altura Anna Chicherova.

Pero el informe de la AMA y la suspensión dictada por la IAAF sólo habían sido los últimos y definitivos pasos de un largo camino de meses, en los que el mundo fue conociendo las prácticas irregulares en el atletismo ruso.

La televisión alemana ARD difundió en diciembre de 2014 el documental "Dosier secreto sobre el dopaje: cómo Rusia fabrica campeones", que apuntaba ya a un dopaje sistemático cubierto por los reponsables del atletismo del país.

La voz de alarma acababa de darse y las autoridades anunciaron la apertura de investigaciones al respecto.

Justo antes del Mundial de Pekín en agosto, la ARD emitió otro documental ("Dopaje-Top Secret: el mundo opaco del atletismo"), incluyendo entonces en sus sospechas a atletas kenianos. El Sunday Times británico habló entonces de dudas sobre la limpieza de medallistas y campeones del pasado.

Pero todo se aceleró en noviembre. El senegalés Lamine Diack, de 82 años y presidente de la IAAF hasta que dio el relevo a Sebastian Coe en agosto, fue imputado por corrupción pasiva y blanqueo, junto a estrechos colaboradores, entre ellos el médico Gabriel Dollé, encargado de la lucha antidopaje de la IAAF hasta 2014.

La acusación incluye que se taparon casos de dopaje de atletas rusos.

La suspensión rusa del 13 de noviembre fue percibida por muchos como la crónica de una muerte anunciada, aunque una defunción abierta a la resurrección, ya que desde el primer momento la IAAF señaló el camino para que Rusia consiguiera rehabilitar su situación y poder ver levantada la suspensión.

Los rusos se mostraron desde el principio abiertos a la colaboración.

"Estamos dispuestos a colaborar para que nuestro atletismo se adapte a las normas solicitadas. Estamos dispuestos a aceptar cualquier medida", llegó a decir, instantes antes del anuncio de la suspensión, el ministro ruso de Deportes, Vitali Mutko.

La IAAF difundió unas semanas después su lista de exigencias, entre ellas sanciones a los infractores y una reorganización de su lucha antidopaje. De manera preventiva, se prohibió a Rusia cualquier cooperación con su prestigioso centro nacional de marcha de Saransk y se anunció que, si la suspensión es finalmente levantada, los atletas rusos serán objeto de una vigilancia especial.

Un grupo de expertos seguirá de cerca el caso e ira haciendo balance ante la IAAF. El primer reexamen de la situación rusa se hará a mediados de marzo.

El escándalo ruso tuvo un efecto inmediato en otro país bajo sospecha, Kenia, potencia del mediofondo y el fondo, que anunció inmediatamente la creación de una nueva agencia antidopaje y su total colaboración con la IAAF, para evitar una suspensión similar.

Todo ello en plena recta final para unos Juegos de Rio en los que el rey de los deportes estará en el ojo del huracán.

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