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Es el caso de el protagonista de este vídeo, que se subió a más de 6.000 metros de altura para descender esquiando el Everest... o al menos intentarlo.
Porque aunque el esquiador se puso un paracaídas para no coger una velocidad excesiva, quizás no contaba con las placas de hielo que se formarían en la montaña más alta del mundo.
Al final... pasó lo que tenía que pasar.
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