El Schalke, un equipo alemán de culto en el camino del Athletic

  • El Schalke 04, rival del Athletic Club de Bilbao en los cuartos de final de la Liga Europa, es un equipo de culto en Alemania que lleva años extraviado en busca de un camino que lo lleve a la grandeza.

Rodrigo Zuleta

Berlín, 16 mar.- El Schalke 04, rival del Athletic Club de Bilbao en los cuartos de final de la Liga Europa, es un equipo de culto en Alemania que lleva años extraviado en busca de un camino que lo lleve a la grandeza.

La fórmula de este año ha sido la eficacia ofensiva. El Schalke es el equipo del fútbol alemán que, según las estadísticas, mejor aprovecha sus ocasiones de gol.

Schalke era originariamente el nombre de una mina de carbón y el Schalke 04 fue, en sus comienzos un equipo de mineros. Eso marcó durante mucho tiempo el fútbol que quería ver su afición, que pedía, ante todo, una entrega total en el campo.

Rudi Assauer, que fue durante más de una década el hombre que tomaba las decisiones en el Schalke, sostenía que una ciudad de trabajadores que iban al estadio lo que querían ver era a jugadores que se rompían el alma trabajando en el campo como ellos se rompían el alma en la mina o en la fábrica.

Aún hoy queda mucho de eso y cada esfuerzo de Raúl, por ejemplo, para recuperar una pelota perdida le da más enteros con la afición que una genialidad como la del pase de tacón a Jermaine Jones para el tercer gol contra el Twente.

Ello definía bastante bien al viejo Schalke, que jugaba en el antiguo Parkstadion y cuyo principal éxito desde la postguerra fue la conquista de la Copa de la UEFA en 1997, con un equipo tan modesto como aguerrido que fue dejando en la cuneta a equipos con claramente más calidad.

La Copa de la UEFA de 1997 se ha convertido en un mito de identificación para el club, los jugadores de entonces son llamados los "eurofighter", pero el Schalke lleva ya años buscando otras cosas.

El primer síntoma visible de esa transformación fue la construcción de la espectacular Arena auf Schalke, que de cuando en cuando adquiere otro nombre de acuerdo con el patrocinador de turno.

Además, el equipo empezó a refinarse un poco en su juego e incluso en un par de ocasiones el Schalke ha estado cerca del título alemán. Pero sólo cerca. La situación más dramática se dio en la última jornada de la temporada 2000/2001 cuando el Schalke perdió literalmente en el último instante ante el Bayern el título que ya celebrada.

Assauer declaró entonces haber perdido la fe en el Dios del fútbol -hubo obispos que protestaron- y Schalke conquistó el título oficioso de campeón de los corazones.

Entre dificultades económicas, el Schalke empezó a convertirse en uno de los equipos que más invertía, el sueño de la grandeza siguió cultivándose.

Tras la era Magath, que dejó de herencia los fichajes de Raúl, José Manuel Jurado, Klaas-Jan Huntelaar y alguno más, vinieron dos regresos. El primero, fue el de Ralf Rangnick, que ganó la Copa de Alemania y tuvo que tirar la toalla por síndrome de agotamiento. El segundo, fue el del holandés Huub Stevens, el entrenador que dirigió al equipo que ganó la Copa de la UEFA en 1997.

Aunque el regreso de Stevens suscita recuerdos -y muchos piensan en repetir la gesta de 2012- el fútbol que juega ahora el Schalke es completamente distinto al de hace 15 años.

El Stevens de 1997 repetía hasta la saciedad que la propia portería tenía que quedar imbatida. Así jugaba y solía ganar los partidos a través de alguna situación por balón parado o con un remate de media distancia. Ahora Stevens dice que no importa cuantos goles haga el rival siempre y cuando tu equipo haga uno más.

No se trata de que Stevens haya cambiado de ideas. Lo que ocurre es que los jugadores que tiene a su disposición jugadores completamente distintos a los de 1997. Hace quince años tenía muchas alternativas en defensa y las aprovechaba para poner el cerrojo. Ahora el potencial del equipo, con un Huntelaar en racha goleadora y jugadores de gran visión como Raúl o el joven Julian Draxler, la fuerza del equipo está en el ataque.

Alineación tipo:

Hildebrand: Höwedes, Papadopoulos, Metzelder, Fuchs; Jones, Matip; Farfán, Raúl, Draxler; y Huntelaar.

Entrenador: Huub Stevens.

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