Diana Taurasi es, casi unánimemente, considerada la mejor jugadora del mundo. La alero norteamericana, que actualmente juega en el Galatasaray turco, ha emprendido además una solitaria batalla contra una norma que considera ridícula: la exigencia de la FIBA de que las chicas deban vestir uniformes ceñidos y pantalones muy cortos.
La normativa de FIBA para la Euroliga femenina es que entre el final del pantalón y la rodilla debe haber al menos 10 centímetros y la holgura de la ropa debe ser menor de dos centímetros. Se trata, parece, de que las jugadoras luzcan piernas y marquen sus formas.
En otros intentos de condicionar la ropa de las jugadoras, como aquellos equipos que lucen bodies de licra ajustados, ha habido debate entre las propias protagonistas: algunas están de acuerdo en feminizar el vestuario, al estilo de lo que ocurre en otros deportes como el voleibol, e incluso lo consideran más cómodo; pero otras, como Taurasi, creen que no es de recibo.
Taurasi se niega a seguir la norma y ha decidido llevar los pantalones más largos de lo exigido, casi hasta la rodilla. Las multas, de miles de euros, se le acumulan, pero la jugadora está dispuesta a pagarlas.
La mejor jugadora del mundo ha sido la primera en rebelarse ante esta normativa. Y la pregunta es evidente: ¿es denigrante y sexista hacer vestir así a las jugadoras?
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