España transforma el fútbol italiano

    • Admirador de la escuela española, Prandelli inició una catarsis contracultural en 2010 con el objetivo de organizar a su selección en torno al balón.
1-2. Pirlo y Balotelli se imponen en la selva
1-2. Pirlo y Balotelli se imponen en la selva
Iñaki Angulo

Con la vigencia de la España más gloriosa en entredicho, Italia puso en valor su legado en Manaos en un partido para el recuerdo ante Inglaterra. Ahora que la selección está al borde del precipicio, recordar que entre su vitrina debe guardarse de manera indirecta la transformación catártica de esta fenomenal Italia de Prandelli supone constatar que España, además de ganarlo todo, cambió el fútbol incluso en su reducto más cizañero y resultadista. "España representa el fútbol moderno que me gusta", reconoce el seleccionador italiano. Después de cuatro días de Mundial, la selección transalpina es la que más pases ha dado en todo el torneo (591) y la que menos balones largos ha jugado (39) y acreditó ante Inglaterra un 59% de posesión.


Son muchos los equipos que han sido ganadores a lo largo de la historia, pero pocos han trascendido hasta jerarquizar en torno a su idea el momento histórico. La selección española pertenece a esa estirpe de incunables. 'La Máquina' de River Plate, comandada por Di Stéfano, la Holanda de Cruyff o el Milán de Sacchi son otros. España, junto con el Barcelona, apareció en un momento crucial para recordar a un fútbol encorsetado, de dobles pivotes, cuadrados mágicos e industrialización, que todavía no estaba esquilmado el caladero del talento y que el balón no es un bulto sospechoso.


Junto con Pirlo, un futbolista entrado en la treintena que ha dirigido al mejor Milán, al mejor Juventus y a la mejor Italia de los últimos quince años, en el centro del campo de este equipo juega Marco Verratti, un futbolista de 1.65 metros y 60 kilos que recuerda al 'Chico del Pijama de Rayas'. El mediocentro del PSG no entronca con otros centrocampistas que han triunfado en el fútbol italiano en los últimos años como Gatusso, Camoranesi o Ambrosini. Con 21 años, y en su debut en un Mundial, Verratti asumió la responsabilidad de dar salida limpia al juego de Italia y completó el 97% de sus pases.


Italia es un equipo de autor, el resultado de lo que un día imaginó su entrenador, Prandelli, un tipo genuino que en su presentación, en 2010, prometió un "juego agradable". Agradable. Resulta paradójico cómo una civilización que alumbró a Da Vinci o Miguel Ángel, que hizo de la proporción y lo esteta sus bases, y que hoy en día es la capital mundial de la moda, siempre desdeñó el poderío recreativo y vistoso del fútbol. Como si esto de alguna manera amenazara la leyenda competitiva y azarosa que trufa la historia de Italia.


La revolución contracultura de Prandelli no ha trastocado un ápice la competitividad de Italia, finalista de la pasada Eurocopa y entre las favoritas en Brasil. Junto a Conte, entrenador del incontestable Juventus, ambos mueven los hilos del nuevo fútbol italiano, exitoso con el balón. Tanto la selección como el equipo blanquinegro se jerarquizan en torno a la pelota. El Juventus se ha hecho con su tercer Scudetto consiguiendo 102 puntos tras marcar 80 goles que han venido tras un 56% de posesión y 87% de éxito en los pases.

En Italia ya no se mira con recelo a la pelota. Un día vieron a esta España y Prandelli, valiente y adherido a la idea hasta las últimas consecuencias, explora las opciones de edificar una selección campeona en torno a ella. "No es solo posesión de balón, sino la capacidad para recuperarlo y ser un equipo al que le hacen muy pocos goles", remata Prandelli sobre el conjunto de Del Bosque. Con futbolistas como Pirlo, Verratti o Candreva, la Azzurra es el reflejo de su entrenador, el hombre que ha impuesto su personalidad a la historia del fútbol en su país.

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