El Valencia visitó uno de los campos más puramente británicos, en donde el fútbol retrocede varias décadas y se celebran los saques de esquina y los pases largos como si fueran penaltis. El equipo ché no se amilanó e impuso su estilo de juego, intentó siempre rasear el balón y no caer en la búsqueda rápida de los delanteros sin transición. Ahí comenzó a labrar su victoria.
Los saques de banda de Rory Delap, el juego aéreo de Crouch y las segundas jugadas son las armas más peligrosas del equipo de Tony Pulis, y todas ellas las anuló el Valencia. No concedió ocasiones y fue el claro dominador del partido.
Topal materializó antes de que terminara la primera mitad esta superioridad, y lo hizo de la mejor manera posible: con un extraordinario gol. Un lanzamiento duro, desde fuera del área, teledirigido a la escuadra. Un tanto que hubiera firmado su compañero Costa, el que tenía hasta este partido la patente de esta clase de goles.
El resto del partido fue un cómodo ejercicio para el Valencia. Como ya sabía el 'truco' del equipo inglés, se dedicó a evitar que le hiciera daño y dejar pasar los minutos a la espera del partido de vuelta en Mestalla.
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