Francia llena con "virenques" la ausencia de "hinaules"

  • Veintisiete años sin que La Marsellesa suene en los Campos Elíseos de París son un periodo demasiado largo para el país organizador del Tour de Francia que entretiene su ambición con victorias de etapa, tan alabadas en Francia como los maillot amarillos.

Luis Miguel Pascual

Pau (Francia), 16 jul.- Veintisiete años sin que La Marsellesa suene en los Campos Elíseos de París son un periodo demasiado largo para el país organizador del Tour de Francia que entretiene su ambición con victorias de etapa, tan alabadas en Francia como los maillot amarillos.

Este año los galos llevan ya cuatro victorias parciales, las logradas por Thomas Voeckler, Pierre Rolland, Thibaut Pinot y hoy Pierrick Fedrigo, sólo igualadas por los británicos, y el público y los medios lo consideran una buena añada.

Francia, que en los 72 primeros años de historia del Tour celebró un triunfo en la mitad de las ocasiones, se ha acostumbrado al vacío total desde que Bernard Hinault lograra el triunfo en 1985, el último de un francés.

La factoría gala ha dejado de fabricar "hinaules" y se ha centrado en "virenques", corredores con genio, atacantes natos dispuestos a quemar todas sus naves en pos de una victoria parcial, pero inconstantes a la hora de perseguir el triunfo en la general.

El apelativo es injusto con Richard Virenque, el último francés que ha subido al podium de París, segundo en 1997 y tercero un año antes.

El ciclista, sin embargo, ha pasado al recuerdo de los galos por sus cabalgatas en solitario, sus hazañas en la montaña, la búsqueda del maillot de rey de la montaña, que vistió en cinco ocasiones en París (1994, 1995, 1999, 2003 y 2004) o el de la combatividad, que logró en tres ediciones (1996, 1997 y 2004).

En la misma escuela, Laurent Jalabert, que ganó una Vuelta a España, en el Tour de Francia sumó solo victorias de etapa, lo que sirvió para reconciliarle con un público francés que, durante años, le consideró extranjero, porque corría en España.

Digno sucesor de esa escuela es Thomas Voeckler, el ciclista actual preferido de los galos. Pero también Sylvain Chavanel y, en la nueva generación, Pierre Rolland. Thibault Pinot, vencedor en Porrentruy, parece un corredor diferente, pero con 22 años todavía no muestra cuales son sus posibilidades.

Ese tipo de ciclistas ha alegrado las siestas a los franceses que, con el paso de los años, han creado un cierto complejo de inferioridad en lo que se refiere a la pelea por la general.

Un sentimiento que quedó muy patente el año pasado cuando Voeckler se vistió de amarillo con cierta renta pero pocos creían en su victoria final. Ni el mismo ciclista, que repetía una y otra vez que su maillot era prestado y que la fuerza de la carretera acabaría por ponerle en su lugar. Finalmente se quedó en la cuarta plaza.

Durante años, los franceses han asegurado que su falta de victorias se debía a que sus ciclistas corrían sin recurrir al dopaje, a diferencia de los de otros países.

El director del Tour, Christian Prudhomme, apuesta más por una explicación en la formación. "Francia se ha especializado en guerreros de la carretera", asegura, opinión que comparte con Hinault.

Lo mismo piensa el exciclista Christophe Moreau, cuarto del Tour de 2000, que cree que hay una "distancia cultural" entre el ciclismo francés y el de otros países.

"Orientan a los jóvenes más a los grandes golpes que al esfuerzo que supone ganar el Tour. Además, el impacto mediático de una victoria de etapa es mayor que el de un puesto importante en la general final", asegura el corredor.

Parte de esa responsabilidad la tienen los equipos franceses que necesitan éxitos rápidos y no dejan madurar a las estrellas.

Falta por saber si la generación que llega rompe esa tendencia. Los medios tienen muchas esperanzas puestas en Rolland, de 26 años, que el año pasado fue el mejor joven del Tour y ganó una etapa de prestigio en el Alpe d'Huez, por delante de los españoles Samuel Sánchez y Alberto Contador.

Este año ha confirmado su clase con un triunfo en La Toussuire, la etapa reina de los Alpes.

Pinot tiene sólo 22 años pero apunta maderas de campeón. Los especialistas sostienen que si sobrevive a la presión, puede pelear por los puestos de honor de la general.

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