Entre la guerra y la crisis económica, el largo invierno del fútbol ucraniano

Los jugadores extranjeros se marchan, los estadios se vacían y las audiencias televisivas lo acusan: el fútbol ucraniano sigue a la deriva mientras el país atraviesa una grave crísis económica, agravada por el conflicto bélico que se vive en el este.

"Todo se desmorona: los mejores jugadores extranjeros se han ido, y el presupuesto de los equipos ha sufrido recortes", resume para la AFP el analista deportivo Artem Frankov.

Los primeros síntomas se remontan a 2014, tras la anexión de la península ucraniana de Crimea por Moscú. En aquel momento dos equipos de la región abandonaron el campeonato ucraniano, sin por ello poder inscribirse en las competiciones organizadas por Rusia, ante la prohibición de la UEFA.

Paralelamente, el poderoso Shakhtar Donetsk y algunos equipos del este de Ucrania se vieron obligados a abandonar sus campos de entrenamiento, bajo el control de los rebeldes prorrusos, pasando además a disputar sus partidos en la capital Kiev o en otras ciudades del oeste del país.

Con ello pretenden alejarse de la zona de conflicto, donde ya se registran 9.000 muertos desde el comienzo de las hostilidades en abril de 2014, aunque ello conlleva la ausencia de sus propios aficionados en las gradas.

Estos últimos años, varios clubes ucranianos habían rozado el éxito internacional, como el Dnipro Dnipropetrovsk, sorprendente finalista el año pasado de la Europa League. Unos logros cimentados sobre la base de las millonarios incorporaciones procedentes principalmente del fútbol brasileño.

Pero esta estrategia se ha visto amenazada por la crisis económica, que ha afectado también al mundo del fútbol en Ucrania, país coorganizador de la Eurocopa-2012 junto con Polonia.

Así, según la Premier League ucraniana, durante los dos últimos años, el número de jugadores extranjeros en las principales categorías del país ha descendido de 170 a 60 futbolistas.

En febrero, el Shakhtar, club propiedad del oligarca de Donetsk, Rinat Akhmetov, ha vendido por 50 millones de euros al delantero brasileño Alex Teixeira al Jiangsu Sunig chino. Todo un récord para el pujante campeonato del gigante asiático.

Pero esta operación puso de manifiesto la necesidad de liquidez de los clubes ucranianos, incluso de aquellos en principio más poderosos.

"La época de los equipos totalmente financiados (por militares) ha acabado. En adelante, los tiempos serán difíciles para todos", declaró Sergiy Palkine, director general del Shakhtar en la revista Novoïe Vremia.

Varios equipos se declararon en bancarrota y la Premier League pasó de 16 a 14 equipos en 2014.

Un ejemplo palpable de la crisis es el del Dnipro, que apenas un año después de su gesta europea corre el riesgo de ser suspendido de jugar en competiciones internacionales hasta 2019.

Una sanción que en caso de producirse será consecuencia de que su presidente, Igor Kolomoïski, oligarca ruso de dudosa reputación, por no pagar el sueldo de su antiguo entrenador, el español Juande Ramos, ni el de sus ayudantes.

"Nuestros clubes dependen totalmente del capricho de sus propietarios", resume el analista deportivo Artem Frankov.

Todo ello, unido al menor nivel de los futbolistas, ha deparado un descenso de las audiencias televisivas y de la afluencia a los estadios. Según el director de la Premier League, Petro Ivanov, el número medio de espectadores se ha reducido de 12.000 a 6.000.

Sólo se mantienen fieles los jóvenes y miembros de grupos de extrema derecha conocidos por su comportamiento racista.

Este invierno, varios aficionados del Dínamo de Kiev lanzaron al estadio bombas de gas decoradas con símbolos nazis, y atacaron a varios aficionados negros durante un partido en casa ante el Chelsea. Una actuación que supuso una sanción de un partido a puesta cerrada.

"Si el fútbol ucraniano quiere sobrevivir, debe reformarse", concluye el analista Frankov.

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