Héctor Núñez, siempre celeste

  • "Fue una persona honesta que amaba el fútbol", afirmaba a Efe esta mañana Gustavo Poyet, triste como todo el mundo del fútbol en Uruguay y en España, que admiraba a Héctor Núñez, el 'pichón', fallecido a los 75 años.

Luis Villarejo

Madrid, 20 dic.- "Fue una persona honesta que amaba el fútbol", afirmaba a Efe esta mañana Gustavo Poyet, triste como todo el mundo del fútbol en Uruguay y en España, que admiraba a Héctor Núñez, el 'pichón', fallecido a los 75 años.

Poyet, ahora entrenador del Brighton en Inglaterra, fue uno de los futbolistas destacados en el gran triunfo de Uruguay en la Copa América del año 1995 que el entonces equipo de Héctor Núñez ganó a Brasil en la final.

Fue un momento cumbre en la vida de Héctor Núñez. El país se echó a la calle. Y al grito de 'soy celeste, soy celeste' por la repleta Avenida de 18 de julio, la gran arteria de Montevideo, Uruguay volvía a estar orgulloso de sus futbolistas, en un 'paisito', que decía Benedetti, de tres millones de habitantes y que volvía a estar en el podio de los más grandes.

Uruguay había ganado al Brasil de Dunga, de Roberto Carlos, de un niño Ronaldo Nazario de Lima que esperaba su momento en el banquillo con 19 años. Tenía por delante entonces a Tulio y a Edmundo. Montevideo vibraba con su técnico en el mítico estadio Centenario donde empezó la historia del fútbol y sus Mundiales en 1930.

"Fue honesto porque me necesitaba que jugara en una posición que no era la mía, pero me convenció y aquello funcionó. Me hizo sentirme importante en la selección y aquello me marcó para toda la vida. Su legado ha sido fundamental para mi nueva etapa como entrenador", apunta Gustavo Poyet.

Jugador de fuste, debutó muy niño en Primera división con sólo 19 años, como todos los grandes futbolistas. Su club fue el Nacional de Montevideo, donde ganó tres Ligas, antes de fichar por el Valencia CF, club donde después de ganar dos Copas de Ferias además de jugador luego fue entrenador.

Fue un clásico de los banquillos. Recorrió España y el mundo con la maleta de ruedas siempre dispuesta. Dirigió al Rayo Vallecano en una de las épocas más hermosas del club de Vallecas en Primera división, pasó por el Atlético de Madrid, Real Valladolid, Tecos de México, Al-Nassr de Arabia Saudí, Tenerife, Granada, Las Palmas, selección de Costa Rica, Tacuarembó.

Una lista interminable de equipos, ciudades y países que hoy están de luto en el adiós de Héctor Núñez, que vivió en los últimos años siempre a caballo entre Montevideo, Punta del Este y Madrid. Siempre que pudo intentaba vivir en verano.

Fue toda su vida tremendamente competitivo. Hasta el final. Incluso jugando a las cartas. Ni al naipe podían con él. En su peña del restaurante Txistu, los lunes por la noche, sus amigos siempre le recordarán con afecto y cariño.

Uruguay le debe mucho a Héctor Núñez. El carácter ganador que dejó aquel equipo del 95 con Paolo Montero al frente lo heredó el nuevo equipo del maestro Tabárez, con Lugano, Luis Suárez y Diego Forlán. Por expreso deseo de la familia, sus restos serán incinerados en Madrid en las más estricta intimidad.

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