Tras un entrenamiento como rojiblanco, sin apenas haber podido pelotear con sus nuevos compañeros, Quique Sánchez Flore optó dar entrada en el equipo titular a Juanfran. Y no era un encuentro cualquiera: un derbi madrileño, ante el club en el que se formó, en cuartos de la Copa del Rey, la única competición en la que el club rojiblanco tiene aspiraciones y posibilidades de conquista. Pero el extremo no defraudó.
El ex rojillo apenas notó el cambio de colores, o el medirse al que fue su equipo en su etapa formativa. Desde que entró en contacto con el balón por primera vez, se mostró dispuesto a encarar, a asumir la responsabilidad y mostrarse.
Pese a tener que realizar más carreras hacia su propia portería que hacia la de Casillas, ya que el dominador del partido fue el Real Madrid y el Atlético se dedicó gran parte del mismo a defender, fue de los pocos jugadores rojiblancos que crearon peligro.
Hasta que su entrenador le sustituyó cerca del final por Valera, con la consiguiente pitada por parte de la hinchada madridista, Juanfran demostró las cualidades que le llevaron a convertirse en uno de los jugadores más queridos del Reyno de Navarra, y un habitual con la camiseta de Osasuna. Movilidad, desborde, ayudas defensivas, combinaciones con los delanteros,… sin ser el mejor partido para sacar todo su repertorio, el nuevo fichaje colchonero confirmó que es una buena contratación, un buen sustituto para Simao.
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