Juego de Tronos en el país que reinventó el fútbol

  • Neymar, Messi, Cristiano Ronaldo...el Mundial de Brasil ofrece un único título, un preciado trofeo que premia a la mejor selección, pero que sobre todo ansían un puñado de jugadores que apuntan a la historia.

Óscar González

Río de Janeiro, 11 jun.- Neymar, Messi, Cristiano Ronaldo...el Mundial de Brasil ofrece un único título, un preciado trofeo que premia a la mejor selección, pero que sobre todo ansían un puñado de jugadores que apuntan a la historia.

El país del 'jogo bonito', el que reinventó el fútbol para convertirlo en un espectáculo, ofrece una oportunidad única a jugadores como Messi o Ronaldo, que lo han ganado todo menos el título que certifica su inscripción en el Olimpo. Y luego está Neymar, la gran esperanza brasileña, el dueño del secreto en un conjunto de juega de espaldas a su historia.

No es un reto sencillo, porque todos llegan envueltos en dudas tras una extraña temporada.

Messi no fue Messi. Se dudó de su estado físico y hasta de su compromiso con la causa barcelonista. A Ronaldo, en el otro extremo, le pudo su voracidad, al punto de poner en peligro su puesta a punto para el Mundial, pese a que asegure que llega al 99'9 por ciento. Y Neymar, a su vez, busca recuperar la sonrisa que perdió en su primer año con el Barcelona, en el que se vio arrastrado por la convulsa situación de un club que se quedó de forma abrupta sin el presidente que le fichó -Sandro Rossell- y que aún debe dar explicaciones ante la Hacienda española por su fichaje.

Los tres, además, luchan contra el pasado, contra la alargada sombra de un fútbol de otra época, y frente a la épica que convirtió en leyendas a jugadores que vencieron el paso del tiempo.

A Lionel Messi, al Leo Messi que triunfa desde hace más de un decenio en el fútbol europeo, el ganador de cuatro Balones de Oro, de tres Botas de Oro y de tres Ligas de Campeones, todavía no se le han abierto las puertas del cielo.

Convertido en el "messías" del fútbol argentino, aún no tiene la mística de Diego Maradona y no podrá sentarse a la derecha de "dios" hasta que, como aquél, conduzca a su selección a un título mundial. Si además lo consigue en Brasil, para escarnio del máximo rival histórico, ya nadie le podrá discutir su aportación a la historia de este deporte.

Cristiano Ronaldo vive una situación similar. A base de esfuerzo, de cincelar su cuerpo para potenciar su talento, CR7 ha alcanzado la cima. Primero, logró el reconocimiento del fútbol europeo, que esta temporada le entregó el Balón de Oro por delante de Messi, lo que tanto ansiaba, y luego conquistó a su país, el mismo que le recriminaba que su rendimiento disminuía cada vez que cambiaba la camiseta blanca por la lusa.

Su decisiva actuación en la repesca frente a Suecia, con tres goles que sacaron el pasaporte mundialista para los portugueses, acabó con todas las dudas.

Puede que aún esté a centímetros del gran Eusebio, 'la Pantera Negra', fallecida este año, que convirtió al Benfica en campeón de Europa y condujo a Portugal a la semifinal del Mundial de Inglaterra'66, pero ya ha dejado atrás a mitos lusos como Rui Costa o Figo.

Ronaldo, que se ha acostumbrado a marcar medio centenar de goles por temporada, quiere ser el mejor artillero, pero sobre todo espera superar el tercer puesto de Inglaterra'66, el techo histórico de su país.

Sobre los hombros de Neymar, por último, recae la mayor responsabilidad. El chico de 22 años, el que se ha revelado como el fichaje más caro de la historia, no sólo debe conducir a su selección al título, sino que es el garante de la magia.

No hay margen de error en la Canarinha, a la que sólo le sirve el triunfo para enterrar definitivamente el fantasma del Maracanazo.

Pero, además, en el país que reinventó el "esporte bretao" para dotarlo de alegría, Neymar aparece como el único capaz de continuar la saga de Leónidas, Ademir, Garrincha, Pelé, Zico, Sócrates, Romário, Ronaldo o Ronaldinho. Es el 'Peter Pan' que debe sacar al grupo de Scolari-Parreira de País de Nunca Jamás.

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