Las decepciones de Cavendish

  • Para muchos, el británico Mark Cavendish es el mejor llegador de todos los tiempos y las 25 victorias de etapa en el Tour de Francia una carta de presentación que refuerzan este argumento.

Luis Miguel Pascual

Harrogate (Reino Unido), 5 jul.- Para muchos, el británico Mark Cavendish es el mejor llegador de todos los tiempos y las 25 victorias de etapa en el Tour de Francia una carta de presentación que refuerzan este argumento.

Pero el ciclista de la Isla de Man acumula también sonoras decepciones, como la que vivió hoy en Harrogate, el pueblo en el que durante años vivió su madre y donde ante la atenta mirada de la familia real británica y de importantes dignidades del país se disponía a vestirse por vez primera de amarillo.

Pero en la cerrada lucha para entrar en buena situación en el "sprint" final, Cavendish cargó contra el australiano Simon Gerrans, que se retiró y cayó al mismo tiempo que el británico, dejando franco el camino de la victoria al alemán Marcel Kittel.

Cavendish cruzó la meta con el brazo derecho afectado y con el rostro marcado por la decepción.

El británico ha sido mimado por un Tour en el que colecciona las etapas y donde logró su objetivo de acabar como líder de la general de la regularidad en 2010.

El campeón del mundo de 2011 soñaba con añadir a su nómina el amarillo y la ocasión se la sirvió el recorrido de este año en bandeja, con una etapa en línea, perfecta para el "sprint", como aperitivo de la ronda gala. Y, además, en su tierra.

Pero lo que estaba programado para ser una fiesta en honor del británico se convirtió en una nueva decepción en su carrera. Una más de las que colecciona el ciclista de Man.

Una de las más sonoras sucedió también en su país, durante los juegos Olímpicos de Londres el recorrido también parecía muy propicio, con una llegada en plano en la ruta que lleva a Buckingham Palace.

Pero el equipo británico no logró acabar con una escapada de que se formó a 30 kilómetros para el final y la prueba de ciclismo en línea no terminó, contra todo pronóstico, en un "sprint".

Otra de sus decepciones es la imposibilidad de vencer en la Gante-Wevelgen, una clásica muy abierta a los "sprinters" y que el británico creía hecha a su medida, sobre todo tras haberse impuesto en 2009 en la Milán San Remo.

Pero el triunfo se le resiste. En 2011 sufrió una caída que le impidió luchar por la victoria final y al año siguiente, pese a lograr mantenerse en el grupo de cabeza en el ascenso al Mont Kemmel, perdió contacto en la bajada y tampoco contó para la victoria.

En 2013 su equipo fracasó a la hora de controlar la carrera y se generó una escapada dirigida por el checo Peter Sagan y este año no pudo disputar esa prueba por una enfermedad.

Cavendish añadió una nueva decepción al no poder vestirse de amarillo en su casa, en el pueblo donde pasaba buena parte de sus veranos y ante su público y la atenta mirada de los príncipes Guillermo y Harry y de la princesa Kate Middleton, esposa del hijo del heredero de la corona británica.

Todo estaba a punto para la victoria del británico, al igual que el año anterior en Córcega, donde los organizadores del Tour también decidieron suprimir el prólogo habitual y reemplazarlo por una etapa en línea con final llano, un premio para los llegadores.

Cavendish, que sumaba 25 triunfos en el Tour, 15 en el Giro de Italia y tres en la Vuelta a España, partía como el gran favorito. Un jurado internacional le había elegido como mejor "sprinter" de todos los tiempos.

Pero en un final nervioso, perturbado por un incidente de un autobús en la línea de meta que amenazaba con poder mantener el final en el lugar adecuado, envenenó el pelotón, que por las estrechas carreteras de la isla de Córcega vio como una caída cortaba a algunos de los favoritos.

Entre ellos a Cavendish, que asistió a distancia a la victoria de Kittel. Igual que le sucedió en el Harrogate de su infancia.

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