El Barcelona de Guardiola no está hecho para jugar al patadón y desperdiciar la posesión, el arma innegociable sobre la que se ha cimentado su dominio en los últimos cuatro años. Pero Osasuna cruzó la trinchera del centro del campo y destacó a dos soldados de raza, Nino y Lekic, para sacrificarse en la primera presión, obligando a Valdés a desprenderse del balón con pases imprecisos hacia los laterales.
Había dudas en la expedición culé incluso antes del partido. El césped helado del Reyno de Navarra obligó a varios jugadores a cambiarse las botas para adaptarse a un terreno nada propicio para el fútbol asociativo. Osasuna entrenó toda la semana en la hierba artificial de las instalaciones de Tajonar y salió al partido caliente, intenso. Todo lo contrario que los de Guardiola.
El 4-3-3 que planteó el técnico culé sucumbió al empuje local. Con Mascherano de vuelta a su originaria posición de cinco por la ausencia de Busquets, el Barcelona planteó un espacio para la creación con las novedades de Thiago y Sergi Roberto. Sin Xavi e Iniesta, guardando energías para los cuartos de final contra el Bayer Leverkusen, el centro del campo quedó desarbolado en el primer tiempo.
Con dos a cero en el descanso, Guardiola movió ficha. Cambió a un desaparecido Pedro y a Puyol y ordenó a sus jugadores que conservaran el balón. Pero la necesidad apremiaba y Piqué, normalmente convertido en nueve para recrearse en las goleadas del Barcelona, aparecía en el área por obligación. La entrada de Tello propició una reacción mezcla de rabia y clase, pero del Reyno de Navarra volaron tres puntos y, quizá, la Liga.
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que lainformacion.com restringirá la posibilidad de dejar comentarios