Liverpool 0-3 Real Madrid: Exhibición blanca antes del Clásico

    • Los blancos realizaron una primera parte memorable en la que disfrutaron de sus mejores minutos de la temporada.

Los jugadores del Madrid celebran un gol en Anfield
Los jugadores del Madrid celebran un gol en Anfield

El Real Madrid no ganó al Liverpool. El Real Madrid le dio un baile al equipo inglés en Anfield. Le devolvió el chorreo que sufrió en 2009 cuando fue goleado y humillado con un 4-0. En la primera parte, el equipo de Ancelotti rozó la excelencia. Manejó todos los registros que sirven para radiografiar a un equipo campeón. El escenario y su atmósfera podría crear ansiedad o meter presión a gente joven e inexperta como Isco y James. Fue una prueba de madurez para estos dos futbolistas que pidieron con insistencia la pelota. Bordaron el juego por abajo con su precisión en los pases, movilidad, apoyos, desmarques, criterio en la construcción y sacrificio en la recuperación. No les impresionó Anfield ni les quemó la pelota. Esa demostración de personalidad y entereza es la que transmitió el resto del equipo.

Fue un Real Madrid redondo en todas sus líneas. Ambicioso, atento, concentrado, intenso, dinámico, peleón, profundo, desequilibrante en acciones individuales y colectivas y con oficio para frenar los ataques del Liverpool.

El partido empezó acelerado y había que aguantar el tipo. El Liverpool salió fuerte, duro en los marcajes a Cristiano Ronaldo y James (sufrió un corte en una ceja) e intentando superar a los blancos con desplazamientos largos por arriba. El juego directo y físico de los 'Reds' lo fue amansando el Real Madrid. Bajó la pelota al suelo y, con una actitud envidiable, empezó a asustar con la calidad de sus jugadores. El Real Madrid no se achantó, no le entró pánico ni se puso nervioso. Hizo lo que mejor saben interpretar unos futbolistas con mucho talento. Isco pedía la pelota, la conducía de una lado a otro, apoyándose en Modric, Kroos, James y conectando con Marcelo, Cristiano Ronaldo y Benzema. Con la pelota, el equipo de Ancelotti estuvo fluido, le dio velocidad, puso un alto ritmo y le dio profundidad. Sin ella, se supo replegar y ser equilibrado. Hay una evidente mejoría.

En este recital se fue imponiendo el fútbol de manual de un Real Madrid que tiene otro estilo sin Bale. No es mejor ni peor. Es distinto. Toca más, elabora más, se asocia, es menos directo, pero igual de efectivo. En esta fase de dominio absoluto el Liverpool empezó a dar señales de mareo y desconcierto. Fue un juguete. Llegó el primer gol en el minuto 22, cuando James mete una pelota por arriba al centro del área, se cuela Cristiano Ronaldo y con una maniobra ágil y veloz se coló entre los dos centrales para meter el balón dentro. Su gol número 70 en la Champions.

El Liverpool se rindió. No encontró respuestas y el Real Madrid siguió creciendo. No le hizo falta mostrar una versión avasalladora. Como la histórica victoria de la temporada pasada en Múnich. Lo de Anfield fue una matanza silenciosa. Más toque, velocidad en la circulación del balón y el rival seguía asustado y moribundo. El segundo tanto fue un ejemplo. Tocaron la pelota hasta cinco o seis jugadores en el borde del área hasta que Kroos la colgó al segundo palo y Benzema remató de cabeza. La pegó de volea y superó al portero. Un golazo. El Liverpool estaba en la UVI y el Real Madrid disfrutando de su exhibición. Es de esos días en los que un jugador sabe que está haciendo historia. Sobre todo en un templo como Anfield. En este baile llegó el tercer tanto. Fue en el minuto 40, tras un saque se esquina de Kroos, que remató Benzema, aprovechando el descontrol de la defensa rival. Anfield ya estaba muda.

Lo más peligroso del Liverpool fue un disparo al poste de Coutinho en el minuto 45. Así se llegó al descanso y en este periodo el señalado fue Balotelli. Inofensivo. Su entrenador le quitó y metió a Lallana. La segunda parte era una invitación para que Cristiano Ronaldo siguiera con su festival y pudiera salir de Anfield como el máximo goleador de la historia de la Champions. En los primeros diez minutos tuvo dos ocasiones para marcar. Es insaciable. Jugó, con la cercanía del Clásico, con el objetivo de batir el récord de Raúl. Ancelotti le quitó, en el minuto 74, por Khedira. Un cambio lógico y necesario. También quitó a Kroos por Illarramendi y Marcelo por Nacho.

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