Merritt, últimos obstáculos antes de un trasplante de riñón

  • El estadounidense Aries Merritt, plusmarquista mundial de 110 metros vallas desde 2012, se apresta a vivir uno de los momentos más difíciles tras el Mundial, aunque gane el viernes en la final de la disciplina, con el trasplante de un riñón, programado para el próximo martes 1 de septiembre.

Es el resumen terrible de la vida de un deportista de alto nivel, o simplemente de la vida, lo que vive Aries Merritt: estar en lo alto un día y estar abajo otro.

El estadounidense de las trenzas hizo una temporada perfecta en 2012: campeón olímpico en Londres, récord del mundo en septiembre en Bruselas (12.80). Merritt brilla y transporta su sonrisa generosa sobre todas las pistas del mundo.

Pero el año siguiente será una pesadilla. "En el Mundial de 2013 de Moscú, sentí que algo no iba bien", declara Merritt.

"Tras Moscú, comencé a estar enfermo. Tenía una falta extrema de energía, una respiración corta y dificultades para recuperarme".

El diagnóstico se conoce dos meses después del Mundial y es terrible: Merritt sufre de un problema de riñón, causado por una enfermedad genética rara, que afecta a muchos afroestadounidenses.

La situación es grave ya que Merritt es portador además de un parvovirus, el B16, que ataca a sus riñones, a su médula ósea y destruye su organismo.

"Me derrumbé. Me negué a aceptarlo durante un período y estaba en un estado muy depresivo. Estaba contento de que encontraran el problema pero no comprendía cómo podía pasarme tras una temporada 2012 tan formidable", afirmó.

El deportista pasó entonces siete meses en el hospital, de octubre de 2013 a finales de abril de 2014. Entrenarse no era lógicamente la prioridad.

A su entrada al hospital, sus riñones no funcionaban más que en un 15%: andar y efectuar las labores cotidianas más normales era un combate.

Merritt no puede comer correctamente, es incapaz de asimilar las proteínas, y pierde peso. Su tratamiento por transfusión de inmunoglobulina intravenosa (IgIV) debe ser adaptado ya que le destruye demasiado los glóbulos rojos.

Pero la situación mejora progresivamente. Y Merritt retoma la competición en mayo de 2014, tras algunas semanas de entrenamiento.

Su registro de entrada (13.78) en el Steve Scott Invitational en California da la medida del foso que le separa del alto nivel: está a un segundo de su récord del mundo.

"Cuando retomé el deporte, no estaba tan frustrado como se puede creer. Tras haber escuchado que no sería capaz de volver a correr, estaba simplemente feliz de hacer lo que me gusta", explica Merritt.

Una temporada de entrenamientos y de competiciones más tarde, Merritt ya ha logrado mucho estando en el Mundial y marcando un mejor crono este año de 13.08, logrado este jueves en la semifinal en Pekín.

Pero en la actualidad la situación sigue siendo complicada. La enfermedad genética rara no desaparecerá. Los riñones del estadounidense solo funcionan todavía en un 20 por ciento y la vida no es simple.

Es por ello que este martes 1 de septiembre, cuatro días después de la final de 110 metros vallas del Mundial, el viernes, Merrit se someterá a un trasplante de riñón de su hermana LaToya Hubbard.

"Estoy aquí en Pekín por mi salud mental más que por otra cosa", confió Merritt tras la primera ronda el miércoles.

"No puedo quedarme sentado en casa a esperar la operación. Esta podría ser mi última competición si la operación sale mal. Pero soy optimista sobre el hecho de poder volver y de entrenarme de cara a los Juegos Olímpicos de Rio. Me gusta pelear, me gusta la competición. Es mi vida y aquí estoy".

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